ADN Digital
El 2020 fue de terror; la pandemia y la cuarentena pusieron de cabeza el mundo que conocíamos hasta entonces. Pensamos entonces que no podía haber nada peor y no teníamos idea de que el infierno apenas estaba comenzando.
Aunque el Covid golpeó durísimo varios meses de este año, desde hace un tiempo no es el maldito virus el que nos tiene al filo de la navaja sino las autoridades, con su pésima gestión en tiempos de crisis y los empresarios del sector privado, que ven hasta en épocas catastróficas, la forma de ganar dinero sin importar que con eso nos saquen hasta la piel.
Si en el 2020 luchamos por mantenernos vivos, en el 2021 lo tuvimos que hacer por tener qué comer. Fue un año durísimo y su final no mejorará para nada. Con una inflación terrible y descontrolada, todo cuesta caro, hasta lo más elemental y básico para la supervivencia de una clase trabajadora, de la cual, un alto porcentaje ni siquiera gana el salario mínimo.
Los precios siguen subiendo sin que haya algún mecanismo para frenar esta alza incontrolable. Es como si los empresarios estuvieran cada vez más ávidos de ganancias, ignorando todo lo que van dejando a su paso. Para colmo, con apoyo del gobierno, encontraron la forma de tomarnos del pelo con una cacareada rebaja del precio de la carne, la que alcanzó a cortes como el hígado, pero ni pasó por enfrente del asado y el puchero.
El ciudadano paraguayo se encuentra casi ahogado con los precios de lo que necesita para subsistir y mantener a los suyos. Y por si fuera poco, la amenaza de una nueva variante del Covid hace pensar que, mucho más empobrecido que hace un año, puede volver a pasar el infierno que conoció en el 2020 y pasó una importante parte del 2021. A nadie ya le da el cuero para sobrevivir en un país tan hostil y sin ninguna empatía.