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Arrepentidos o avergonzados

Hagamos memoria. Cuando la diputada independiente Olga Ferreira presentó el proyecto de Ley que reglamenta la pérdida de investidura, nadie pensaba en que pudiera haber ningún conflicto, a tal punto que, sin dictamen de comisión siquiera, se trató sobre tablas y se aprobó sin mayores trámites.

Todos los diputados estaban conscientes de que lo ocurrido en el Senado con Óscar González Daher hacía impostergable la reglamentación del artículo 201 de la Constitución, y no por pensar que el exsenador fuera inocente, sino porque el tema fue tratado con demasiada ligereza y aprobado a tambor batiente, por una escasa mayoría, habida cuenta de que la pérdida de investidura no tenía reglamentación y podía ser aplicada como a cualquiera le diera la gana. Lo que pensaban todos, en ese entonces, era que cualquiera podía ser el próximo y que bastaba que algún enemigo político consiguiera un escaso número de votos para sacarlo de en medio.

Aunque sea políticamente incorrecto manifestarlo, es de gente reconocer que el manejo de la situación de González Daher fue, por decir lo más suave, muy desprolijo. Ni siquiera se le permitió renunciar para evitar el juicio de sus pares, y, desde luego, no se le dio derecho a la defensa. Todo mal.

Por eso se aprobó la mayoría de 2 tercios absolutos de votos, para evitar la manipulación de gente de escasa representatividad, que pudiera, en base a negociaciones y entuertos, conseguir la cantidad necesaria para hacer que un legislador sea echado de su cámara.

Recién unos días después, cuando ABC “vio la luz” y decidió que la ley de marras, a la que bautizó como de “autoblindaje”, pretendía impedir que cualquier legislador pudiera ser sometido a la Justicia ordinaria por los delitos que hubiera cometido, es que un sector de la oposición –incluida la propia proyectista- empezó a removerse molesto, dejando en evidencia que el diario de Zuccolillo sigue marcando la agenda legislativa para un sector de senadores y diputados.

A partir de allí los cambios fueron increíbles. La proyectista se mostró indignada porque “su proyecto fue cambiado”, algo que no hubiera podido pasar sin su conocimiento, ya que ella formó parte activa de la sesión en la que se le dio media sanción.

A esto se sumaron otros opositores, especialmente del oficialismo liberal, que ahora aseguran estar avergonzados por haber apoyado la ley, sin “percatarse” de que la misma fuera inconstitucional y que tuviera como objetivo el blindaje de los legisladores.

Por supuesto, las redes sociales –que tan bien manejan los community managers de ABC, se llenaron de repudio al “autoblindaje” que solamente existe en la febricitante mente de Zuccolillo y sus lacayos. Y su campaña fue tan tenaz e insistente, que ni el veto parcial del Ejecutivo al artículo que disponía que la pérdida de investidura debía depender de una sentencia judicial (que sí podía conseguir el autoblindaje) dio algo de calma a una ciudadanía –cada vez menor, gracias a Dios- que no logra desprenderse de la malsana influencia del diario y que sigue pensando que lo que dice ABC es sagrado.

La ley sancionada, y más ahora con el artículo mencionado vetado, es absolutamente constitucional y llena una necesidad importante, puesta en evidencia en hechos recientes. Todo lo demás es un invento del patrón del diario, quien no cesa en su intento de recuperar el poder que tenía antes del 2013.

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