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Bautismos y UPD denigran a jóvenes

Por: Telmo T. Ibáñez Jara (telmoijara@gmail.com)
Por: Telmo T. Ibáñez Jara ([email protected])

Tanto la tradicional ceremonia del “bautismo” de los nuevos ciudadanos universitarios de diversas carreras y la fiesta de U.P.D (Último Primer Día), no son más que encuentros en donde se denigran a los jóvenes y adolescentes, quienes inocentemente deben soportar una serie de abusos que dirigen los líderes negativos de universidades o colegios.

No resultan para nada agradables que a una niña la dejen con la cabeza rapada, luego semidesnuda y que seguidamente la hagan zambullir en un charco con todo tipo de desperdicios que incluyen hasta ratas muertas, murciélagos desangrados, aceites reciclados, excrementos de animales y hasta de humanos para finalmente ahogarla con bebidas alcohólicas.

Esto ocurre en nuestro país. No se trata de ninguna exageración, es normal en casi todas las carreras universitarias e incluso en las instituciones consideradas de mayor prestigio tanto públicas como privadas y cuando más difíciles resultan las pruebas los mal llamados “bautismos”, verdaderas odiseas que pueden terminar en una intoxicación u otros graves daños a la integridad física.

Algunos directivos de prestigiosas universidades lavándose las manos como Poncio Pilato, prohíben que los bautismos se realicen en el predio de la casa de estudio, pero eso hace que la bienvenida quede al arbitrio de los compañeros de cursos superiores, quienes tratan de emular pero siempre con una exigencia mayor a sus víctimas.

Si en años anteriores la costumbre era cortar el pelo a los ingresantes, con el correr de los años y ante la exigencia de los estudiantes de universitarios de últimos años, hoy a esto también se suman el corte de las cejas y el teñido de lo que resta del pelo, del fondo blanco de bebidas alcohólicas ahora van a los  tragos largos hasta el ahogo.

Pero mucho más aberrante resulta la nueva costumbre, en verdad desde hace unos pares de años, el U.P.D., un verdadero carnaval donde los adolescentes dan rienda suelta del mayor jolgorio de sus años de estudio, casi siempre con importantes dosis de bebidas alcohólicas y otras drogas más. Lo lamentable en todo esto, lo hacen ante la mirada cómplice de padres de familia, docentes y directivos de sus instituciones.

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