Silvio Ovelar, senador.
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Si ni Beto y Calé pueden aspirar a ser presidente, ¿quién puede?

Aseguran que se precisan sumas siderales, directamente obscenas, para pretender la presidencia de su partido con posibilidades de éxito. Alrededor de cinco millones de dólares. ¿Cuánto cuesta en el PLRA? ¿Dos millones? ¿Uno? Si dicen la verdad, y no tienen por qué mentir, la realidad de los partidos es que menos del 1% de los afiliados puede ser candidato o designar a quién se le antoje. Los demás, el 99%, solo votan como borregos, entre las opciones que les imponen.

ASUNCIÓN.- Aunque ahora se niega a hablar con nosotros a pesar de nuestra insistencia, el presidente del Senado, Silvio Ovelar, abrió la caja de Pandora al poner en el tapete el dinero que se necesita para hacer política en el país, al afirmar que si algún colorado quiere postularse a la Presidencia de la Junta de Gobierno, necesita, por lo menos, cinco millones de dólares, algo que ni él ni Juan Carlos Galaverna pueden alcanzar.

Si ellos, senadores de la Nación, con gran influencia política, y dietas millonarias deben renunciar a sus ambiciones, no podemos ni imaginar lo que ocurriría si un ciudadano común, con un sueldo común, afiliado a la ANR, tuviera el deseo y la capacidad para presidir su partido. Sería absolutamente utópico.

Y esto no ocurre solamente en el Partido Colorado, sino en todas las nucleaciones políticas, que parecieran haberse alejado de la ciudadanía y, en donde los posibles candidatos a cargos electivos ven las elecciones como un negocio y no como una posibilidad de servicio al país.

Si para la ANR se necesitan 5 millones de dólares, imaginamos que para el PLRA será una cifra menor, pero tampoco demasiado y también inalcanzable para la gran mayoría de afiliados. Estas son las cuestiones que hacen tan fundamental la sanción de una Ley de Financiamiento Político que impida el aporte de la mafia organizada a alguna candidatura, algo que hasta ahora no pudo lograrse, por la misma oposición de las cúpulas de todos los partidos con representación parlamentaria.

Si un candidato a un cargo electivo debe poner tanta plata de su bolsillo, apenas el 1% del total de afiliados a algún partido político puede postularse. Y estamos convencidos de que en tan pequeño porcentaje será muy difícil que figuren los mejores, más capaces, y, sobre todo, más honestos. El 99% restante debe limitarse a votar de manera automática y sin pensar demasiado, limitado a esa oferta electoral de la gente que tiene mucha plata y quiere ocupar un puesto en la función pública.

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