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Buscar el consenso

Bien y mal. Blanco y Negro. El tema de los autos de Iquique debería tener algún tipo de indulgencia de parte de las autoridades aduaneras de la República.

Pongamos en la balanza lo bueno, lo malo y lo feo, como se titulaba aquel recordado western “espagueti”, para sumar puntos de vista al respecto.

Primero lo bueno. Este fenómeno desarrollado hábilmente por perspicaces importadores de vehículos, logró que toda una franja de la clase media paraguaya, pudiera tener un autito, ¡¡¡el sueño del auto propio!!!, para olvidarse un tanto de las penurias de andar a pie y sobre todo colgado de los colectivos de antes, que los de ahora ya son mucho más confortables.

A la gente de este nivel le resulta sumamente cuesta arriba comprar los autos cero kilómetro o los usados, incluso, ofertados por las casas representantes de las diferentes marcas. Es cierto, se hacen esfuerzos como la periódica Feria de la CADAM, pero las diferencias de precio siguen siendo substanciales.

El segundo gran beneficio de esta actividad es el trabajo. Da empleo a cientos de miles de personas, los vendedores de autos, mecánicos, repuesteros, cambiadores de sitio del volante, etc., si hay alguna duda el lector puede fijarse en la inacabable cantidad de playas de ventas de estos autitos a largo de la prolongación de la avenida Mariscal López o en otros sitios.

Pasemos a lo malo y lo feo. Escierto, la cantidad de años de algunos vehículos importados por esta vía constituyen un peligro. Más de 10 años, en realidad, de andar rodando por estos caminos del mundo, ponen a prueba al vehículo más pintado, sobre todo sin son senderos autóctonos, salvajes empedrados, capaces de desbaratar hasta los trenes delanteros y las homocinéticas de los tanques de guerra.

Aparentemente Hacienda planteó un ajuste impositivo para limitar la importación de vehículos usados de más de 10 años, como quedó dicho.

Pero los importadores de iquiqueños aducen, posiblemente con justa razón, que la suba del impuesto les significará un ajuste de más o menos 5 millones de guaraníes en el precio de sus vehículos, con lo que quedarán fuera de competencia.

A raíz de ello están desarrollando la medida de fuerza habitual en estos casos, es decir cerrar calles en las horas de mayor afluencia de tráfico.

A la vista de lo que está aconteciendo sería bueno que las partes se sentaran a dialogar, como ocurrió en una primera instancia. Se debería llegar a una solución intermedia. Si la medida impositiva busca privilegiar a los importadores oficiales posiblemente se trataría de una victoria pírrica, porque quienes compran los “chilere” no tienen la capacidad de pago para subir un escalón más. Al contrario.

Finalmente, se debería dejar abierto este canal para que el pueblo pueda seguir teniendo un autito. Dentro de las normas de seguridad y todo lo demás, claro.

Hijos, casita y autito, el sueño de todo joven, recién casado…

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