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Campaña fallida

El candidato presidencial de la “Alianza Ganar”, Efraín Alegre, convocó ayer a una rueda de prensa “para explicar sus diferencias con el modelo económico vigente”; algo que nadie percibió en los últimos meses, incluyendo a economistas y a la prensa en general. Lo llamativo del caso es que se haya visto en la necesidad de hacerlo a tan solo cinco días de las votaciones, lo que constituye un reconocimiento implícito de que su campaña electoral fracasó en lo fundamental: Tener una identidad clara ante los electores, que lo reconozcan como una alternativa que promueve cambios sustanciales en algún área en particular.

Alegre y sus aliados nunca lograron articular un discurso político basado en propuestas. Nunca. Lo único que se observó en ellos, tanto en el campo de la retórica como en el de la práctica, fue la “política del no”, de la oposición a todo, del obstruccionismo permanente, por momentos hasta si se quiere salvaje. Pero eso, que sirve para aglutinar a todos los molestos por diversas causas, que siempre los hay, no basta para ser una opción de poder. Para esto se requiere captar el interés y la adhesión mayoritaria de la ciudadanía, a fin de llevar adelante determinados emprendimientos.

La “estrategia del no” fue el rasgo característico del frente opositor, que cobró fuerza desde que Alegre asumió la conducción del PLRA, hace dos años. Se aglutinaron primero para poner en la presidencia del Congreso a un sospechado de tener vínculos con el narcotráfico, el liberal Robert Acevedo y, a partir de entonces, reprobar  todos los proyectos importantes del Ejecutivo.

Se confabularon para sacar de la cancha a Horacio Cartes y Fernando Lugo. Hicieron del rechazo a la enmienda su principal caballito de batalla, quedándose sin línea cuando el presidente decidió dejar de lado el tema de la reelección. Entonces apuntaron toda la artillería contra Santiago Peña, por ser el candidato respaldado por HC, pero, a partir del 17 de diciembre, cuando Abdo Benítez se impuso en las internas coloradas para encabezar la chapa presidencial, ya no supieron más qué decir, dado  que lo consideraban “un gran amigo”, “un defensor de la Constitución y la democracia”.

En todo ese período, las propuestas brillaron por su ausencia… hasta el presente, al extremo de tener que convocar a una conferencia de prensa para contarnos qué los hace diferentes, por qué los colorados son “los malos” y ellos “los buenos”.

Ante la prensa  Efraín tampoco dijo gran cosa, por lo menos no con el rigor básico que se requiere para cuestionar un modelo y proponer otro alternativo. Se limitó a repetir lo que “descubrió” hace un par de meses. Que Itaipú es el remedio para todos los males, que sus fondos sociales (alrededor de U$S 100 millones/año) son suficientes para subsidiar la tarifa de energía eléctrica de 7 millones de paraguayos, a la industria, el comercio y a todas las empresas, afirmando que esos fondos están siendo robados y que cuando tengan los documentos encontrarán que la suma sería inclusive mayor.

Así, a falta de algunos planteamientos claros, aunque no sean muchos, el candidato liberal optó por presentar al público su “receta mágica”, olvidando además que él y la alianza por la cual se postula ya fueron gobierno, que entonces no hicieron nada de lo que ahora dice y que ya tuvieron en sus manos todos los documentos de la Binacional, pero sin embargo no radicaron una sola denuncia ante algún organismo del Estado.

Pero insistimos en algo verdaderamente curioso. Llamar a una rueda de prensa para explicar las diferencias que lo separa de su adversario, a pocas horas de los comicios, no tiene precedentes en el marketing electoral y solo puede interpretarse como lo que es: Un recurso desesperado, como corolario de una campaña fallida.

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