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CARTES Y LULA

Vaya comparación dirán los lectores. Sí. Cierto. Tienen muchas coincidencias y disidencias, pero ambos tienen una cosa en común que vamos a destacar en esta nota editorial.

Todos les tienen pavor a competir contra los dos en cualquier elección, aunque más no sea la de un club del barrio.

Examinemos a Lula primero

Hace casi 5 meses que está preso y aislado políticamente. Pero la gente sigue amándolo y confiando en él, pese a las gruesas acusaciones de corrupción que pesan sobre el mismo. En  una reciente investigación de Data Folha, prestigiosa encuestadora, todo el mundo quedó asombrado porque el exobrero metalúrgico conserva una diferencia aplastante sobre su rival más próximo. Le dieron 39% de las preferencias del electorado, seguido muy atrás por el ultraderechista Jair Bolsonaro con 19% y en tercer lugar por Marina Silva con 10%.

Es decir Lula es capaz de ganarles en primera y en segunda vuelta a cualquiera de los demás candidatos. La investigación de Data Folha aporta otro dato más que llamativo. La gente cree que no lo van a dejar competir. Tiene nulas esperanzas de que esté en la boleta de elecciones, pero aún así lo prefieren.

Esa decisión se reafirma a la vista de otro resultado llamativo de la encuesta. Sin Lula en la disputa, los blancos y nulos suman 23%; bastante más que Jair Bolsonaro (PSL) con 17% y Marina Silva (Red Sustentable) con 15%. Bien firmes sus electores.

El desenlace posible nos recuerda mucho al caso Lino O, con Cubas Grau. Con el respaldo del díscolo militar, el desconocido e insípido empresario, ganó las elecciones nacionales de ese año. Ahora, en Brasil, si Lula no logra salir libre, posiblemente encumbrará a Fernando Haddad, ex intendente de São Paulo, quien sin el empujón del líder del PT, no es absolutamente nadie en materia electoral.

Salvando las distancias, con HC ocurrió lo mismo. Los grupos de poder y sus aliados políticos se esmeraron para dejarlo fuera de la cancha. Primero tímidamente, luego cada vez con más fuerza al sentir en la piel el arrastre popular del expresidente. Esgrimieron el argumento de la senaduría vitalicia que nunca fue un castigo sino un premio para los exmandatarios. Bueno, entonces cambiemos la Constitución para posibilitar como en cualquier  país del planeta, la posibilidad de una reelección. Ahhh, no, tampoco. Decisión arbitraria por donde se la mire. Ni la reforma primero, ni la enmienda después, llegaron al punto de quemar el Congreso, en su desesperación por salirse con la suya.

Todo ¿por qué? Por el terror a competir electoralmente contra Horacio Cartes. Sin el concurso de Data Folha es posible afirmar con  toda certeza, que al igual que Lula, si los caballos corren libres y sin restricciones nadie la gana la carrera a HC.

Por ahí anda corriendo ahora el tema de la Constituyente que se convirtió en “diálogo”. Será digno de ver el pataleo que se producirá cuando se instale el tema de la reelección.

Pero todo es cuestión de tiempo. No se puede tapar el sol con las manos. HC debería instalarse en la puerta de su casa para ver pasar el cadáver de sus enemigos sin pueblo…

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