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Ciudad de contrastes

Increíble Ciudad del Este. Es una maravilla. Salvando las distancias, para muchas personas sigue siendo aún una suerte de “sueño paraguayo”, parafraseando al “sueño americano”. La gente va allí, para trabajar, para vender, para hacer negocios de todo tipo, etc, para salirse de su rutina de cosas no logradas en muchos casos. Y muchísima gente lo consiguió. Se estableció, vivió allí, primero fue difícil, luego progresó, nacieron sus hijos, se educaron, prosperaron también, generación tras generación. Existe una vida social activa, “normal”, más que en cualquier otro punto del país, salvo Asunción, y quizás últimamente Encarnación con el boom de sus playas y las obras de Yacyretá.

La ciudad ha tenido que acomodarse muchas veces. Debatiéndose siempre entre la opulencia y la época de “vacas flacas”, pero sacudiéndose y saliendo adelante, en medio de polvo rojo y sudor.

Cuando la construcción de Itaipú y de las mini ciudades circundantes (las Areas), fue un tiempo de progreso increíble para todo el mundo, goteaba dinero para algunos y  chorreaba para otros, pero todo el mundo “tocaba” algo como decían los antiguos pobladores.

Pasó el boom de Itaipú (que nunca se fue del todo) y empezaron los vaivenes de acuerdo a la música que se tocaba en el Brasil. Épocas fantásticas y de las otras, siempre un sube y baja, que había que estudiar, bajar los decibeles, esperar un nuevo oleaje y lanzarse de nuevo al río del comercio fronterizo.

En medio de todo ello, la leyenda negra. Lavado de dólares para el terrorismo internacional, financiamiento para grupos extremistas, nada menos que el Hezbolah, tráfico de drogas, armas y todo el bagaje diabólico.

Asumió la administración HC y empezó a marcar los pasos en una nueva dirección. No tanta “triangulación”, etc, y más bien convertirse en un polo de desarrollo con  establecimientos que ocupen mano de obra intensiva, la que estaba sobrando en el comercio fronterizo. Se abrieron entonces las puertas al boom de la maquila, todos los días llegan empresas y empresarios que se instalan en la zona, cada vez en mayor medida.

El gobierno muy satisfecho con la transformación que se nota, de lejos.

De pronto nuevamente la bomba, la sacudida, el terremoto. La ciudad situada por maleantes, como nunca antes, la sorpresa, la incredulidad, hacia lo que estaba ocurriendo con el tremendo atraco a la sede de Prosegur. Algo nunca visto, un “ejército” de bandidos, apoyados con drones y francotiradores y un dispendio terrible de dinero para consumar sus planes,  hizo que aquella noche sea de pesadilla.

Tanto trabajo para normalizar el “perfil” de la ciudad y ahora esto. Habrá que empezar de nuevo como lo hicieron una y mil veces. El verdadero Fénix renaciendo de sus cenizas.

Y eso que fue una “hazaña”, bien brasilera.

Su condición de punto de frontera con el vecino país es su bendición y su maldición al mismo tiempo.

La actual CDE, con muchos problemas aun, pero cambiando aceleradamente, ya no se merecía esta triste fama que saltó al mundo nuevamente.

Pero no importa. A ajustarse nuevamente los cinturones, a seguir el impulso del gobierno para la zona. A apartar cada día más a la escoria y a los que quieren hacer las cosas “como antes”.

Tiempo pasado. De nuevo a “ponerse las pilas” y progresar en paz.

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