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Como si fuera otro país

En el Paraguay hay desbalances –por llamarlo de alguna manera-  en casi todos los órdenes.  En la educación, por la carencia de docentes, que se está volviendo crónica, un problema aparentemente tan difícil de solucionar como posar a un  hombre en Plutón, llegando a la salud, donde las necesidades de pronto hasta resultan inimaginables, cuando un compatriota recurre a los centros de salud y les piden desde jeringas, hasta curitas.

La economía también está metida en este vaivén. El rubro agrícola de mayor importancia, la soja, no pasa por un buen momento. El clima se muestra inestable,  aunque anduvo primaveral las últimas semanas…todo tiene su claro obscuro. En política, los “estallidos” en el Congreso, los legisladores metidos nada menos que en narcotráfico y posiblemente en el cruce de la frontera de vehículos lujosos robados a balazos en el Brasil. ¡Vaya imagen de nuestro país!.

Desde el “Desastre ko Marito”, hasta el “Oikoité ko Marito”, que busca contrarrestarlo, todo es un  cambalache donde uno termina no sabiendo bien ni donde está parado.

Así en todos los órdenes. Menos en uno, Hay que decirlo y con  todas las letras. Es en el ámbito de la Expo 2019, que en este año de “contrastes”, se repitió con  pleno éxito, sin duda una “fiesta del trabajo”, un viento fresco en medio de las tormentas cotidianas que pasamos los paraguayos.

La Expo volvió a brillar, como todos los años, como si no fuera parte de este país. Con una fantástica exposición de ejemplares de la ganadería, con empresas que lucieron sus iniciativas en cuanto a responsabilidad social, innovadores, jóvenes, todos tuvieron  su lugar, hasta los vendedores de minutas y empanadas, que hicieron su agosto en julio.

En la rueda de negocios se concretaron acuerdos de alto nivel, por millones de dólares,  lo que sin duda logrará movilizar la alicaída economía. Hubo trabajo, mucho, ese empleo tan esquivo y urgente en estos tiempos de crisis. Desde modelos hasta artistas, todos tuvieron su momento y la oportunidad de hacerse de unos pesos para seguir tirando honestamente.

Algo magnífico también para destacar. Las visitas de los estudiantes y la fiesta de las familias. Tomados de la mano, las madres y sus hijos “chicos” mirándolo todo con  ojos brillantes.

Se cerró la expo. Resulta clarísimo que es un  espejo en el que deberían  mirarse los gobernantes para hacer mejor las cosas, de una vez por todas, en esta tan castigada nación.

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