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Como si nada

Pasaron 1 mes y 11 días desde que juraron como senadores 43 legales y legítimos y 2 truchos. Durante estos 42 días, la cámara tuvo 6 sesiones ordinarias y, si bien al comienzo se escuchaba alguna voz de protesta, con el paso del tiempo las cosas aparentan ser normales aunque cada vez que se reúne el pleno o alguna comisión de la que forman parte Rodolfo Friedmann y Mirta Gusinky se produce un atentado al sistema republicano y a la institucionalidad del país.

Estos 2 senadores truchos y caraduras no solamente participan activamente de las actividades de la cámara, como si estuvieran en igualdad de condiciones con los 43 que fueron electos senadores y proclamados como tales por la Justicia Electoral. Ambos ya cobraron la primera dieta, y reciben los cupos de combustibles, tienen seguros VIP, votan en las sesiones y Friedmann hasta preside una de las comisiones permanentes.

Parece que nadie advierte el terrible daño que la presencia de ambos hace a todo lo que tanto nos costó conseguir en estos casi 30 años de transición democrática. La permanencia de Friedmann y Gusinky como parte de la Cámara de Senadores es igual a que Juan Pueblo un día decida, con la complicidad y anuencia de quien tiene la sartén por el mango en ese momento, sentarse en una de las bancas y actuar como si de verdad le perteneciera.

Porque Friedmann, Gusinky y Juan Pueblo están exactamente en las mismas condiciones. Ninguno de los 3 fue electo senador y, por lo tanto, no fue proclamado por la Justicia Electoral, cuando hizo la legitimación de las autoridades electas en las pasadas elecciones generales.

Algunos dirán que Friedmann y Gusinky sí figuraban en la lista de candidatos de la ANR, y Juan Pueblo no. Cierto, pero en el mismo planteamiento está la respuesta, ellos fueron candidatos, pero el pueblo no los eligió. Los electores decidieron que querían que en el Senado hubiera 17 colorados, no 18 ni 19, que son los puestos que ocupaban los usurpadores en la lista de marras.

Que opositores y añetetes actúen como si las cosas fueran normales y los usurpadores tuvieran el mismo derecho que los demás de estar en la cámara es hasta comprensible, porque todo su objetivo fue, y sigue siendo, evitar a toda costa que los verdaderos senadores electos y proclamados y, por ende, dueños de esas bancas, Horacio Cartes y Nicanor Duarte Frutos, asuman sus cargos.

Pero lo que parece no tener mucho sentido es la actitud de los senadores de Honor Colorado, que actúan como si Friedmann y Gusinky tuvieran derecho a estar allí. ¿Qué podrían hacer? Cualquier cosa, menos actuar como si no pasara nada. Por ejemplo, podrían plantarse ante el pleno y negarse a dar quórum a las sesiones hasta tanto se regularice la escandalosa situación que podría poner en jaque a todo el sistema legislativo.

¿A nadie se le ocurrió pensar que cualquier ley sancionada o resolución tomada, en donde hayan estado involucrados los 2 usurpadores, puede ser atacada de inconstitucionalidad o de nulidad absoluta? El doctor Juan Carlos Mendonca había dicho a nuestro diario que la decisión de Fernando Lugo de convocar a estas personas a jurar como senadores era un acto nulo, que generará consecuencias nulas. Pareciera que a nadie le importa que todo lo actuado en estos 42 días pudiera ser anulado por la presencia de los usurpadores. Por lo visto, nuestros honorables legisladores no tienen tiempo que perder en tonterías como ésta.

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