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Con el perdón de las cabras

Más exaltada que de costumbre, la senadora Desirée Masi, del Partido Democrático Progresista (PDP), usó como siempre sus “minutos de fama” de todos los jueves, cuando sesiona la Cámara Alta, para tirotear ya no solo contra Horacio Cartes, sino también contra la Asociación Rural del Paraguay (ARP), la Unión Industrial Paraguaya (UIP), nuestro diario, su supuesto dueño y, entre medio, defendió con uñas y dientes a su colega Eduardo Petta. Todo esto en un muy breve lapso de tiempo, en el que la legisladora vomitó sus fobias políticas y personales, desgastando aún más su imagen, si es que conserva algo de ella.

El blanco que acaparó gran parte de las balas fue, por supuesto, el presidente. Según la legisladora, éste no puede exigir perfección en las críticas que se le hace desde el Senado porque estuvo en Tacumbú, en los años 80. En primer término, Cartes en ningún momento exigió tal cosa a los congresistas opositores, que de hacerlo, sería merecedor de una urgente atención siquiátrica. Lo que les reclamó es una dosis de seriedad y que no recurran a la mentira para desprestigiar al Ejecutivo, como lo hicieron tras su informe anual al Parlamento, sin respaldar los cuestionamientos con números y datos concretos. En cuanto a lo segundo, Masi debería tratar de renunciar a los ataques personales, muy comunes en nuestra atrasada dirigencia política,e intentar entender que tanto ella, como sus “compañeros de ruta”, pueden ser objeto de reclamos de parte de cualquier paraguayo, sea éste presidente, empresario, ordenanza o expresidiario, por aquello de que todos somos iguales ante la Ley, lo que con sus sistemáticas “rabietas” demuestra desconocer.

Acto seguido expresó su deseo de que Cartes se presente como candidato en las próximas elecciones generales, afirmando que “caminando te vamos a ganar”. La verdad, es incomprensible tanta soberbia, teniendo en cuenta que su partido familiar carece de relevancia en el escenario político; o tal vez alienta la esperanza de tomar prestada otra candidatura, la del liberal Efraín Alegre, si multiplicara por 8 los escasos 150.000 votos que obtuvo para ganar recientemente la presidencia de su partido y si para entonces no está preso.

Pero las descalificaciones, única estrategia a la que apela Masi cuando se siente ofendida por alguien, no se limitaron esta vez a HC. Del mismo modo lo hizo con los directivos de la Rural y de los industriales, porque estos “osaron” criticar la gestión de muchos parlamentarios, que no honran sus bancas y obstruyen proyectos de importancia para el país.  La senadora tiene todo el derecho del mundo a disentir y expresar su opinión al respecto, pero no a responder cual pendenciera diciendo “qué van hablar estos” si tal cosa o tal otra, lo cual es propio de niños tontos o de adultos que pierden el equilibrio.

ADN también formó parte de la confusa alocución de Masi, al instar a sus colegas a que “no se preocupen” por lo que diga este “pasquín”  del que, sin embargo, con frecuencia ella se “ocupa”.

Insistimos en algo que parece un detalle, pero no lo es. Sus broncas contra el presidente, los gremios empresariales, nuestro diario y la defensa del senador Petta las expuso en no más de 5 minutos, durante los cuales “iba y venía” con muy poca coherencia.  Si “el Pepe” Mujica tuviera que definir su comportamiento, seguramente lo haría en los mismos términos que lo hizo en el caso de Nicolás Maduro, de quien dijo que “está más loco que una cabra” y nosotros nos veríamos en la obligación de compartir el diagnóstico del expresidente uruguayo. Por lo cual, ante la eventualidad, pedimos disculpas al noble animal que mucho aporta a los seres humanos.

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