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Contundente tirón de orejas a políticos

La postura asumida por gremios privados, que exigen la maquinización del brazo de Aña Cuá en la Hidroeléctrica Yacyretá, es una lección que bien podría aprender esa clase política que lo único que ha hecho durante los últimos 4 años es buscar la manera de poner palos a la rueda a cualquier acción emprendida por el gobierno.

Casi siempre, en la historia reciente del país, la oposición ha generado mayor simpatía en los sectores productivos, que con frecuencia se han mostrado contrarios al gobierno y sus emprendimientos. De hecho, partidos y movimientos anti gubernamentales han sobrevivido, en muchos casos, gracias al apoyo tanto moral como económico, de estos representantes de la sociedad civil.

Esta vez la historia es diferente. El grupete de senadores disidentes y opositores que, una vez más, pretenden boicotear lo logrado por el gobierno de Horacio Cartes en materia de renegociación del Anexo C de Yacyretá, se han encontrado en los últimos días con la inédita situación de que la sociedad civil le exige un cambio radical de actitud y demuestra una clara confianza hacia el Ejecutivo.

Los 8 gremios más grandes y que más fuentes de trabajo generan, pertenecientes a la construcción, la industria y el sector metalúrgico, han sentado una contundente postura en favor de Aña Cuá, asegurando que dinamizará la economía, generará mano de obra y aumentará la capacidad energética indispensable para el país.

La postura asumida por estos grupos va mucho más allá del tema Aña Cuá y muestra una clara señal de que la ciudadanía está harta de los excesos de una clase política que perdió toda capacidad de empatía con las necesidades de la población y ocupa cargos públicos al solo efecto de lograr beneficios personales y sectoriales.

Demuestra también, bien a las claras, que la sociedad civil ha evolucionado de tal manera que ya no está dispuesta a seguir relegada mientras sus representantes se lían en peleas estériles que lo único que generan es una gran pérdida de tiempo, más aún cuando hay importantes cuestiones pendientes, que son lo suficientemente urgentes como para que no se justifique que continúen las postergaciones.

Desde que se supo que Paraguay y Argentina habían llegado a un histórico acuerdo en cuanto a la situación financiera de la EBY, incluida la negociación de la supuesta deuda que nos reclamaban y a las nuevas obras complementarias, el grupete encabezado por Desirée Masi y Mario Abdo Benítez empezó con su tiroteo habitual y cansador, acusando al gobierno de perjudicar al país. Y ni bien supieron que no tendrían ninguna injerencia en el tema de la maquinización de Aña Cuá, su indignación subió a decibeles pocas veces vistos. Las denuncias de corrupción y de la intención de engañar y perjudicar a los paraguayos se convirtieron no solo en denuncias de estos políticos sino en editoriales de los diarios de Aldo Zuccolillo y Antonio J. Vierci.

Pero he aquí que quienes realmente tienen la solvencia necesaria para opinar, porque son los que viven arremangados, trabajando a sol y sombra y dando trabajo a los compatriotas, que son los representantes del sector privado, han dejado en claro que ya no están dispuestos a permitir que se sigan trabando obras importantes, por cuestiones meramente políticas.

No olvidemos que hace poco tiempo, la Asociación Rural de Asunción y de San Pedro se pronunció enérgicamente en contra del llamado Ejército del Pueblo Paraguayo y del intento de eliminar la Fuerza de Tarea Conjunta, mostrando su apoyo pleno al trabajo de militares y policías en el norte del país.

Así es como un país avanza hacia un destino diferente, cuando la sociedad civil toma las riendas y muestra a la clase política que ya no permitirá más abusos ni distracciones.

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