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ASUNCIÓN.- Terminó como empezó. Mal. Originalmente se trataba de una iniciativa del Ejecutivo respecto a la necesidad de una reforma constitucional, luego cambió a la reforma judicial y finalmente se limitó a una discusión respecto a cambios que deberían introducirse a la ley electoral, que tampoco prosperó. En síntesis, el proyecto concluyó, sin pena ni gloria, en el vulgar oparei.
Las versiones de que, ni bien fuera elegido, Mario Abdo Benítez iniciaría un gran debate nacional a fin de impulsar una reforma constitucional, se acrecentaron ni bien terminaron las elecciones. Sin embargo, en cuanto el tema fue planteado oficialmente, ya desde el gobierno, quien convocó a los demás sectores no fue el presidente de la República sino un viceministro del Ministerio del Interior, desprestigiando de manera automática la convocatoria que alguna expectativa había generado en sectores ciudadanos.
Esta falta de liderazgo por parte del presidente, posiblemente haya sido la causa de que, al recibir la invitación, varios sectores, especialmente de la oposición, exijan el cambio del temario, asegurando que antes de una reforma constitucional había que reformar el sistema electoral nacional, lo cual jamás tuvo otro motivo que la herida abierta que aún tenía el liberal Efraín Alegre, quien se había cansado de gritar, histérico, “fraude”, “fraude”, después de los comicios de abril pasado, sin que nadie le prestara demasiada atención.
Pero se hizo la famosa reunión, con la presencia de presidentes de diversos partidos de la oposición y con los apoderados electorales de la Asociación Nacional Republicana, y para demostrar que desde el mismo gobierno había un claro ninguneo, quien estuvo en representación oficial fue el viceministro de Asuntos Políticos del Ministerio del Interior, Juan Villalba.
Todo fue un bluf. La verdad es que ni en el gobierno había intención de que se debatiera una reforma constitucional, ni los sectores políticos están que se mueren por reformar el sistema electoral, porque ahora, después de casi 8 meses de las elecciones, ya les pasó la calentura y más bien tienen en la mira los próximos comicios municipales. Además, descubrieron que modificar el sistema no les va a hacer ganar elecciones, lo que sí pueden lograr echando a los miembros del TSJE y ubicando a sus acólitos en esos cargos.
