El año pasado observábamos espantados la cantidad de incendios que arrasaban con plantaciones, viviendas y hasta reservas naturales mientras bomberos y otros ciudadanos ponían sus vidas en riesgo para frenar a las llamas y evitar aún más tragedias.
Otra vez este año se repite lo mismo, con el agravante de que aún estamos en pleno invierno pero la falta de lluvias, la bajante atroz de los ríos y, fundamentalmente, la inconsciencia del ser humanos, otra vez hacen que el fuego arrase con lo que encuentra a su paso.
Mencionamos solo los dos últimos años pero este no es un fenómeno nuevo. Es obvio que con el cambio climático, esta situación en la que se queman amplios territorios, va a ser cada vez más intensa. Sin embargo, y a pesar de ser un problema reiterativo desde hace algún tiempo, no se ha hecho absolutamente nada para paliar en algo el problema, sabiendo que este llegará de manera irremediable.
Pero no culpemos solo a la naturaleza ni al cambio climático. De acuerdo a expertos, el 95% de los incendios que se producen en el país son provocados por la inconciencia de quienes queman pastizales y basura con absoluto desprecio hacia sus conciudadanos y el ambiente.
Cada año está peor la situación; se quema el triple la vegetación natural que no vuelve a regenerarse en el período siguiente, así que el fuego va arrasando el suelo cada vez de manera más profunda. Y todo indica que desde el gobierno contemplan el espectáculo sentados en las graderías, quizás agarrándose la cabeza con desesperación pero sin tomar ningún tipo de previsión para que cuando el desastre llegue, no sea tan dañino.
En todo este tiempo a nadie se le ocurrió comprar un avión hidrante, o un helicóptero, que sirva para mitigar el fuego en los miles de incendios que surgen casi por generación espontánea en todo el territorio nacional. Definitivamente no estamos preparados para enfrentar esta tragedia para la que solo contamos con la fuerza y el pulmón de los bomberos voluntarios.
De acuerdo al Infona, hay 83 guardaparques cuando que se necesitan, como mínimo, 5 mil. Hasta parece un chiste si no fuera tan dramático. Así que no solo no tenemos maquinarias para combatir el infierno, sino la cantidad de recursos humanos imprescindibles para hacerlo. Algo absolutamente de locos para un país que se está quemando, literalmente, todos los años.