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Días propicios para la reflexión

Luego del intenso periodo que se inició con las internas partidarias de diciembre pasado, las fiestas de fin de año y el inicio de la campaña electoral de cara a las elecciones de abril, este tiempo de calma que nos impone la Semana Santa debiera ser aprovechado por todos para descansar y retomar contacto con la familia, muchas veces volviendo a nuestras raíces, a la patria chica de alguna localidad del interior que tuvimos que abandonar muchos años atrás en busca de un futuro mejor y más promisorio.

Constantemente el tiempo de fin de año y el verano es vertiginoso y poco propicio para la reflexión y el descanso. Casi siempre, nuestras obligaciones de estudios y trabajo nos exigen postergar lo importante por lo urgente, por lo que se resienten nuestras relaciones familiares, especialmente con quienes se quedaron en el campo para que nosotros pudiéramos realizar nuestros sueños y acceder a una vida mucho mejor que la que ellos tuvieron.

Hay gente que critica el masivo éxodo hacia el interior del país que empieza a producirse ya en los primeros días de la Semana Santa, como si esto significara un abuso a padres y parientes que aguardan con ilusión y expectativa la llegada de este tiempo porque así lograrán volver a abrazar a los afectos que ahora viven tan lejos suyo.

Sin embargo, esta regresión al pasado no tiene ningún afán oportunista como algunos pretenden asegurar, sino que es la necesidad que todos tenemos de volver a nuestras raíces para recuperar fuerzas en el cariño auténtico y sin máscaras de la familia, la original, la permanente.

Rodeados de falsedades y mentiras, todos necesitamos guarecernos, aunque sea por poco tiempo, en el abrazo sincero que nos aguarda en nuestro valle, y es esa la necesidad que hace que la Terminal de Ómnibus sobrepase varias veces su capacidad y los colectivos salgan cargados hasta el tope desde la capital. Todo el que viene del campo ansía la llegada de la Semana Santa para volver al lugar del que tuvo que salir.

Este año, la necesidad de tomarnos unos días de paz y tranquilidad parece aún más perentoria, porque, ya sea como participantes activos o como espectadores, las elecciones a la que nos enfrentaremos en 24 días nos ha movilizado a todos, aunque hayamos querido evitarlo.

Disfrutemos de estos días con los nuestros. Ya el lunes tendremos tiempo de volver a toparnos con la realidad, que nos presiona y nos plantea cada vez mayores desafíos, en un mundo tan competitivo que nadie puede parar, ni siquiera para tomar un respiro.

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