RÍO DE JANEIRO.- Agobiado por la crisis económica y política, el país necesita demostrar ante el mundo signos de recuperación en el megaevento deportivo, preocupación por la seguridad.
La recesión económica, escándalos de corrupción, crisis política con proceso de impeachment a la presidenta, epidemia del virus zika, contaminación de la bahía de Guanabara, aumento de la criminalidad, dos muertos en el derrumbe de una nueva ciclovía, protestas de policías por sueldos atrasados, el flamante centro antidoping suspendido por la agencia mundial, son algunos de los problemas que le afecta al Brasil.
Río de Janeiro entra en la recta final para inaugurar los Juegos Olímpicos el próximo 5 de agosto en medio de un pésimo ambiente en Brasil y, mucho más que medallas de oro, plata o bronce, en este megaevento deportivo el país se juega lo poco de positivo que le resta a su desgastada reputación internacional.
DILMA NO ESTÁ INVITADA
La presidenta apartada del cargo, Dilma Rousseff, señaló que todavía no recibió la invitación del Comité Olímpico Internacional, ni de los brasileros. “Voy a evaluar las condiciones a las que voy, no iré en las condiciones que me disminuyan”, afirmó Rousseff.
La petista señaló que sería justo que la inviten, ya que su gobierno fue que aseguró los recursos necesarios, seguridad y la divulgación del evento. “Cuando salí, estaba todo controlado”, subrayó.