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“El Dire” ya no es el de antes

El propietario de ABC Color, Aldo Zuccolillo, viene sufriendo derrota tras derrota. Primero intentó dividir a la ANR, pero falló y ésta triunfó en las elecciones. Después se jugó contra la lista de senadores encabezada por Horacio Cartes, promoviendo el “voto cruzado”, pero fracasó de manera rotunda. Por eso, ahora, apuesta sus últimas fichas a tratar de evitar por todos los medios a que HC jure como senador, aferrándose a cualquier cosa, como los supuestos delitos cometidos por… ¡un amigo!

Esta campaña impulsada por “Don Acero” cobró una fuerza inusitada el día de ayer, al conocerse la orden de captura internacional librada por la Interpol, a pedido de la Policía Federal del Brasil, en contra de Darío Messer, un amigo personal del presidente de la República, a quien acusan de formar parte de un esquema de lavado de dinero en el vecino país.

Hasta ahí, el hecho no daría más que para una crónica sin demasiada trascendencia, considerando que los pedidos de captura internacional se libran con frecuencia, aunque resultaría tolerable que algunos medios, en el afán de publicar algo con cierto realce, haga mención a la amistad de Messer con Cartes. Sin embargo, cuando ese lazo se presenta como una “prueba fehaciente” de que el presidente está “comprometido” con los presuntos delitos de los cuales se le sindica a un amigo, el tema ya pasa de castaño a oscuro, se convierte en algo carente de todo sentido, propio de ignorantes o de desequilibrados.

Imaginemos por un instante que Messer es culpable de los indicios que existen en su contra, lo cual por cierto no determinarán Zuccolillo ni sus periodistas,  sino la justicia brasilera, ¿qué cuernos tendría que ver  Cartes en el asunto? ¿Acaso alguien lo vincula al dueño de ABC con el esquema de lavado en el que está metido su amigo de toda la vida, Nicolás Leoz, si bien existen otros “nexos” que sí deberían ser investigados? ¿O con el escándalo “Lava Jato”, por su relación con Marcelo Odebrecht, con quien estuvo a punto de hacer negocios en nuestro país? ¿O se le imputa por las denuncias de evasión que se hicieron en contra de su yerno Micky Zaldívar, marido de su hija Natalia, cuando traía vehículos de Miami y no pagaba impuestos? ¿O por el pasado tenebroso de su cuñado Teruco Pappalardo, sirviente miserable al servicio del dictador Alfredo Stroessner?

Para seguir con el delirio, ABC intenta “demostrar” el supuesto vínculo  y lo expone como “un crimen” el hecho de que en la década de los ’80, Messer abrió una cuenta bancaria en el HSBC y que Horacio Cartes habilitó dos cuentas en el mismo banco… ¡30 años después! Una “genial” investigación, a cuya conclusión, la verdad, no hubiera llegado ni el mismísimo Sherlock Holmes, en el más fantasioso de sus casos.

Por supuesto, a la demencia del patrón le sigue la de sus periodistas más obsecuentes. Mabel, con su estilo melodramático, casi llora al desarrollar el libreto que ni siquiera resulta ingenioso. Enrique, da riendas sueltas a su inocultable esquizofrenia  y, por supuesto, también mete en la trama a su mayor obsesión, José Ortiz, empresario tabacalero. Los demás periodistas que los acompañan, pobres ellos, pasan vergüenza, mientras en los pasillos de ABC comentan que “el Dire ya no es el de antes”, buscando excusar de algún modo a Zuccolillo en el ocaso de su larga vida.

Puede ser que este ruido escuchemos por un par de meses. Puede ser que aparezca algún “periodista” o  “investigador” brasilero develando “la conexión paraguaya con el lavado mundial de dinero” y Cartes sea su principal protagonista,  si bien la creatividad no es el rasgo de este “operación mediática” tan improvisada. No obstante, son posibilidades.

Lo que resulta  inevitable es que, como todo desvarío, la misma se diluya más temprano que tarde y que “Don Acero”  sufra otra terrible frustración, cuando HC ocupe su banca el próximo 1 de julio.

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