Mejorar la educación, un problema, de fondo, mejorar la salud, un problema urgente y finalmente mejorar las condiciones de vida de la gente que está en los bañados, que también debería figurar entre las prioridades del gobierno actual y de todos los que se sucedan en el futuro.
Es temporada de vacaciones en este hemisferio y por ahí no debe faltar alguien que atraído por los buenos precios y el clima, que aunque tórrido, satisface a cierta gente, que diga… vamos de vacaciones a Asunción. Una decisión como ésta entusiasma y encanta a muchísimos países que hacen del turismo un negocio redondo, que mueve millones de dólares, al punto de convertirse en algunos casos, en la principal fuente de ingreso de divisas frescas a la economía.
Aquí es todo lo contrario. En lugar de preparar la ciudad para recibir a los extranjeros-y a su dinero- exponemos la miseria y la suciedad de los damnificados que por poco no ponen sus carpas en la explanada del Panteón de los Héroes.
Un espectáculo horrible, con ríos de agua sospechosa corriendo por el asfalto, con hombres mujeres y niños mal entrazados, que holgazanean sin pudor en horas plenamente laborables, lo que da una idea de porqué están así.
Evidentemente es un problema que por repetido tiene cansado a todo el mundo. A la ineficiente Comuna de Asunción, más que a ninguna otra entidad. A estas alturas lo que todo el mundo hace es trasladarlos cada vez que llega la creciente, traerles terciadas para sus refugios y…a lavarse las manos (de paso algunos estarán haciendo pingues “negocios” con la compra de materiales). Están allí para que todo el mundo los vea y desvíe la mirada con un gesto de fastidio. De paso haciéndole perder dinero a raudales al país.
¿Cuál es la única solución probada y comprobada, para ellos?
Sí. Amable lector. Se precisan de manera perentoria varios barrios San Francisco más, una experiencia modelo, fantástica, no cabe otro calificativo, que se hizo a costo millonario, pero sin que el Estado tuviera que aportar un céntimo, todo con el dinero para obras sociales de Itaipú y lo que se ahorraba en la lucha contra la terrible corrupción que siempre asoló al ente binacional.
San Francisco, hasta capto la simpatía del Papa, todo estaba tan bien hecho que era evidente el bien común, de los más pobres, que el Pontífice lo bendijo y lo utilizó como ejemplo en las ocasiones en que se ocupó del Paraguay.
Son nada menos que mil viviendas con toda la infraestructura necesaria, léase, centro de salud, iglesia, centros comerciales, puesto policial, etc., como si se estuviera viviendo en uno de los barrios cerrados de la zona urbana cara de Asunción.
Mil viviendas, mil jefes de familia con todos sus hijos, cinco personas en promedio, por casa, son 5.000 personas aproximadamente que fueron sacadas de sus sucuchos del bañado donde vivían hacinados como animales y sin ninguna posibilidad de redención y desde donde salían todos los años a ocupar las plazas y calles del centro.
Están a salvo ahora. Pero quedan muchos y hasta el momento, hay un solo barrio San Francisco. El gobierno tiene planes en realidad, pero debería acelerarlos, para que se construyan varios barrios al estilo san Francisco, más.
La miseria impúdica de los damnificados habla de una país improvisado, poco serio, con niveles intolerables de pobreza, donde no vale la pena invertir, ni siquiera visitarlo, lo que acentúa la soledad del gobierno en la de por sí complicada labor de desarrollar el país.
Los damnificados son un problema gravísimo. La solución está a la vista. ¡Repliquémosla cuanto antes!