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El “Chapulín” azul

Desde que asumió la presidencia del radicalismo auténtico, no hace todavía un año, Efraín Alegre “logró” lo que nunca antes se había vivido en esta antigua nucleación política: Polarizar de tal manera las fuerzas internas, que en este momento, de contenido, existen 2 partidos liberales completamente distintos, unidos solamente por los símbolos tradicionales.

Mientras persigue a sus correligionarios que no piensan como él y compra consciencias, ahora parece empecinado a meter las narices en los conflictos internos del Partido Colorado, cual si tuviera una capa de superhéroe, defendiendo al débil y atacando al fuerte.

Su coqueteo con sectores internos de la ANR empezó con su propuesta de una chapa azulgrana con Mario Abdo Benítez. Como la idea no prosperó porque el disidente no mostró el menor interés en asociarse con un liberal, y menos aún con uno con tan pocas chances electorales, ahora decidió meterse en el conflicto de la Gobernación del Guairá, dando su abierto apoyo al colorado Rodolfo Friedmann, a tal punto que hasta la reunión del directorio liberal se realizó en Villarrica, como señal de intervención en el problema que mantienen referentes regionales del coloradismo.

Ahora resulta que el PLRA se convertirá en defensor de todos los colorados que sean injustamente perseguidos. Esto fue lo que dijo el mismo Alegre en el encuentro del directorio, del que solamente participaron los efrainistas, por supuesto.

El enfrentamiento entre colorados y liberales no es un invento nuevo. Fue una constante durante toda la historia política del país; hubo golpes de Estado, una revolución y miles de veces que se encontraron frente a frente en las urnas. No hay un deseo mayor de un liberal, que ganar al Partido Colorado. La ambición de llegar al poder tiene como condimento especial la posibilidad de que un candidato republicano pudiera besar el polvo de la derrota.

Pero he aquí que Efraín pretende descubrir la pólvora, e impulsar una alianza libero-colorada, algo que en varias ocasiones criticó al sector de Blas Llano, por sus acuerdos con el presidente Horacio Cartes.

Es todo un misterio quién o quiénes son los asesores políticos de Alegre, puesto que nadie puede pensar siquiera que el pueblo liberal se mostrará a favor de una alianza con sus eternos rivales. Más allá de que exista alguna posibilidad de establecer un acuerdo entre cúpulas, no hay ninguna duda de que los afiliados liberales y colorados rechazarán de plano la propuesta.

Pero Efraín está decidido a convencer que él quiere aliarse a los colorados y, toda vez que puede, se lanza a “pescar en río revuelto” o, como dijo la senadora Blanca Fonseca en la sesión de ayer de la Cámara Alta, “busca día, hora y lugar para ir a hacer un circo”. Así que ahora apoya a Friedmann y hará lo mismo con cualquier colorado “perseguido”. Pretende hacer con el partido ajeno lo que fue incapaz de hacer en el suyo, buscar la unidad y proteger a los dirigentes de cualquier injusticia, sin importar a qué sector pertenezcan, presentándose así como el “Chapulín” de los liberales.

Alegre ha perseguido a sus correligionarios desde que asumió el poder. Intentó expulsar a los que no piensan como él y conformó los principales tribunales partidarios sin la participación de la primera minoría.

Con este currículum, resulta absolutamente ridículo pensar que este personaje, incapaz, petulante y arbitrario, pueda ayudar a nadie.

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