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El Estado ausente, la ciudadanía presente

Nadie puede negar que el paraguayo es solidario con quien está en peor situación que él. Se le da naturalmente responder a la angustia de ese que llora de dolor, miseria y desesperación. La pandemia hizo que surgiera con más fuerza ese espíritu solidario y eso se vio ya con las ollas populares que alimentaron a miles de familias de todo el territorio nacional, a gente que jamás vivió en la indigencia pero que tuvo que mendigar un plato de comida para él y su familia, porque lo había perdido todo.

Otra vez ahora la solidaridad del pueblo paraguayo se nota con fuerza. La desesperación que viven en los hospitales públicos los familiares de internados con Covid-19, los cuales, muchas veces, ni siquiera tienen cama y deben sufrir la humillación de permanecer horas y hasta días enteros en precarias sillas, recibiendo suero para apenas sobrevivir, ha generado un intenso movimiento en las redes sociales, con cientos de personas dispuestas a ayudar a paliar, aunque sea mínimamente, la angustiante situación de estos compatriotas.

En varias campañas surgidas espontáneamente recolectan sillones, sofás, insumos de aseo personal, ingredientes de comida, y todo lo que se les ocurre, y los entregan a las familias que se encuentran en la angustia espera frente al Ineram y el Hospital de Clínicas.

En el Hospital Nacional de Itauguá fueron los propios médicos y enfermeras quienes se solidarizaron con estos compatriotas y les prepararon un salvador desayuno. Ellos que no bajan la guardia, que se exponen diariamente con su trabajo, que muchas veces deben hacer vaquita para comprar sus tapabocas, hoy volvieron a meter la mano en el bolsillo para ayudar a quienes viven diariamente la angustia de no saber si su paciente sobrevivirá o no al maldito bicho.

Y todo esto ocurre en las narices de nuestras autoridades, aisladas en su nube propia, ajenos a lo que se vive en el país, incapaces de cranear una acción, por mínima que sea, para hacer menos dolorosa esta pandemia para la gran mayoría de la población. Si no fuera por esos ciudadanos que renuncian a su zona de confort para ayudar a los que lo necesitan, es inimaginable pensar lo que sería la situación del país en este momento. Ellos están haciendo lo que el Estado es absolutamente incapaz de hacer.

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