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El nuevo ministro y los mandioqueros

El hombre se habrá despertado abruptamente de su ensueño ayer cuando aún no estaban despejadas del todo las mieles de los festejos. por su increíble encumbramiento al cargo nada menos que de ministro de Agricultura y Ganadería.

Los mandioqueros de Cruce Liberación no tardaron en demostrarle que el tema del campo no está para joder, hablando en palabras gruesas. Cerraron la ruta 3 inmediatamente, cuando el hombre les dejó plantados y dieron rienda suelta a su ira, tumbando árboles para bloquear aún  mejor la cinta asfáltica y demostrar que la cosas iban en serio. En ese instante anunciaron además que el corte iba a durar hasta el día siguiente a las 10 de la mañana o hasta que aparezca el hombre. El contratiempo para los conductores y toda la población  de alrededores fue descomunal y todo el mundo escupió ira a los cielos.

Pero el ministro no se apuró. Llegó al día siguiente, como correspondía, según  él,  habló con los manifestantes, sin  ningún apremio y dejó las cosas atendidas  a medias, con promesas de cumplir con  el subsidio de G. 1.000 por kilo de mandioca y a otra cosa mariposa. Qué va a pasar cuando se cumpla el plazo y el Gobierno no pueda honrar su promesa,  dada la tremenda angustia de dinero que tiene y todo el mundo tironeándole la manga. Eso es harina de otro costado diría legislador tavy.

Fue la primera prueba de fuego de Friedmann y no logró pasarla. De hecho, todo el mundo se hizo cruces cuando se anunció su nombramiento. ¡Qué tiene Abdo en la cabeza!, se preguntaron  parlamentarios de todos los signos. Pero no. El hombre ya está en el sillón de Bertoni.

Por supuesto seguirá metiendo la pata, difícilmente cambie, con la “primera dama” que ya instaló su despacho al lado. Va a ser un circo mediático, donde lo último que va a primar va a ser la contracción al trabajo en beneficio de las familias campesinas.

Ante semejante contingencia uno no puede más que preguntarse: ¿Cuál es el criterio del presidente para nombrar a sus ministros? ¿Qué es?, amiguismo.

Falta de confianza en los técnicos, ídem en los políticos, nombra a conocidos aunque sean absolutamente ineptos para el cargo.

De paso mencionemos que el hombre se muestra además tozudo ante sus decisiones, como en el caso de Juan Ernesto Villamayor, a quien mantiene en el cargo pese a que todo el mundo ya le dijo que el problema de la inseguridad pasaba también por el pire vai que tiene el ministro con el jefe de Policía y de los policías en general, si hasta quiso desmantelar a los “Linces”, apenas asumió el cargo.

En realidad, como llamaron la atención ciertos legisladores oficialistas, Abdo puede nombrar a quien quiera. Es su potestad. Pero el problema es que el país está detrás. Un mal ministro de Agricultura es un  desastre para la paz social, para la economía, para las empresas, para todo el mundo.

De esta manera las cosas irán de mal en peor. El presidente debe recapacitar y si da un mal paso ver la manera de corregirlo. No sacar pecho y mantenerse en el error.

El crédito del gobierno se va agotando rápidamente. El fantasma de la economía hecha pedazos también revolotea a su alrededor.

En poco tiempo, no habrá margen para más errores y despropósitos como el de nombrar ministro a Friedmann.

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