Con varias actividades religiosas, la ciudad de Santa Rita celebró el día de su santa patrona, Santa Rita de Casia, reconocida por atender los casos imposibles. Las festividades iniciaron el pasado 13 de mayo, con la novena en la parroquia que lleva el mismo nombre y que culminó ayer con la tradicional procesión por las avenidas y la misa central.
SANTA RITA, Dpto. de Alto Paraná.- Este año, el novenario que se realizó bajo el lema “Familia: Vive el amor; cuida la casa común”, atrajo a cientos de feligreses católicos durante los nueves días en que se celebraron en la Parroquia Santa Rita de Casia.
El sábado a la noche se desarrolló la serenata en la explanada de la iglesia central, con un multitudinario público que se hizo presente a pesar de las condiciones climáticas.
Ayer, las festividades continuaron desde tempranas horas. A las 08:00, se realizó la procesión de la imagen de la santa patrona por las calles de la ciudad, acompañada por cientos de familias feligreses que participaron emocionados de la actividad.
Posteriormente, a las 09:00, inició la solemne santa misa, presidida por el monseñor Guillermo Steckling. Como ya es costumbre, al mediodía se ofreció un almuerzo familiar en el Salón Parroquial.
El día de Santa Rita de Casia se recuerda cada 22 de mayo. La beata nació en mayo del año 1381 y falleció el 22 de mayo de 1457, a sus 76 años. La casa natal de Santa Rita estaba cerca del pueblito de Casia, entre las montañas, a unas 40 millas de Asís, en la Umbría, región del centro de Italia.
Su vida comenzó en tiempo de guerras, terremotos, conquistas y rebeliones. Países invadían a países, ciudades atacaban a ciudades cercanas, vecinos se peleaban con los vecinos, hermano contra hermano.
Fue una hija obediente, esposa fiel, esposa maltratada, madre, viuda, religiosa, estigmatizada y santa incorrupta.
De acuerdo a la tradición en 1428, una madrugada Rita recibió de manos de Cristo una larga astilla de madera clavada en el hueso de la frente. Se trataba de un estigma divino: la marca de la corona de espinas que Jesucristo había exhibido en la cruz. Le extrajeron la astilla y la guardaron como reliquia sagrada. Cada madrugada el estigma se le volvía a abrir por sí mismo, hasta que empezó a expeler un fuerte olor inmundo, que se mantuvo milagrosamente el resto de su vida.
En 1453, Rita cayó en cama gravemente enferma. Desde ese momento, estando siempre atendida por novicias, la herida de su frente gradualmente se cerró, pero Rita pasó los últimos cuatro años de su vida con infecciones en la sangre.
Rita fue beatificada por el papa Urbano VIII en 1627, cuyo secretario privado Fausto Cardinal Poli, había nacido a 15 km de Roccaporena (que había sido el lugar de nacimiento de Rita). El 24 de mayo de 1900 fue canonizada por el papa León XIII.