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QUITO. Tras un jueves de violencia, Ecuador amaneció este viernes bajo estado de excepción, con un saldo de casi 300 detenidos, 21 policías heridos y más medidas de fuerza, en el segundo día de protestas tras la suba del precio del combustible, enmarcada en el acuerdo del país con el FMI.
Los transportistas mantenían este viernes a Quito, donde viven 2,7 millones de personas, paralizada. La capital se encontraba sin colectivos ni taxis.
La ola de reclamos fue gatillada luego de que, acosado por el endeudamiento y la falta de liquidez en esta economía dolarizada, el presidente Lenin Moreno pactó un millonario programa de créditos con el Fondo Monetario Internacional, que incluye la quita de subsidios a los combustibles, que demandaban 1.300 millones de dólares al año.
Esta quita de la ayuda estatal dispara el precio del galón de nafta (equivalente a 3,78 litros) desde US$ 1,85 a US$ 2,22.
Los gremios del transporte señalaron que mantendrán su huelga indefinidamente, según declaró Carlos Brunis, líder de los taxistas de Quito.
La gente salió temprano el viernes a pie hacia las estaciones del sistema municipal de transporte para encontrarse con casi ningún transporte para movilizarse.
“A medida que las horas del día pasen, vamos a tener una situación mucho más controlada y mucho más segura para que las actividades normales se vuelvan a desempeñar”, deseó el ministro de Transporte, Gabriel Martínez.
La falta de transporte público era una realidad también en otras ciudades mayores, como Guayaquil, núcleo comercial de Ecuador, y Cuenca (al sur).
A la protesta de transportistas se sumaron otros sectores como los estudiantes universitarios. Y el gobierno decidió ante este cuadro extender hasta la suspensión de clases. (Con información de Clarín)
