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Desde el inicio del movimiento Añetete, este tuvo más puntos en común con la oposición que con el coloradismo. Ya desde la época en que se definía como la “disidencia colorada”, toda su razón de ser estaba inspirada en un profundo anticartismo. De hecho, no olvidemos que al inicio del mandato del 2013, todos los legisladores colorados eran cartistas, lo cual terminó abruptamente cuando el entonces presidente de la República decidió apoyar a Pedro Alliana para la Presidencia de la ANR.
A partir de allí, la nueva disidencia presentada como Colorado Añetete se dedicó a poner palo a la rueda al gobierno de Horacio Cartes, para lo cual pactó en reiteradas ocasiones con sectores de la oposición, especialmente en el Senado, en donde estaba concentrado todo su poderío. Ya desde esa época el pacto abdo-luguista-efrainista-pdp logró conquistar la mayoría de la cámara en una fuerte relación que se mantuvo incluso cuando la disidencia colorada se convirtió en gobierno.
Después de que cayeran dos ministros y un diputado oficialista por sus vínculos con el narcotráfico semanas atrás, uno hubiera pensado que los discursos –especialmente de la oposición- al inicio del período de sesiones del año habrían estado llenos de duras críticas al gobierno y a la exigencia de que se investigue a todas las autoridades que pudieran estar involucradas en la narcopolítica.
Pero no fue así. Nadie se acordó de los ministros destituidos y si en Diputados nombraron al colega que acababa de renunciar, fue más que nada para recordar que debía jurar su reemplazante. Eso sí, la ocasión fue profusamente aprovechada para repetir lo de siempre, que Cartes es culpable de todo, hasta de los narcos del oficialismo.
Lo que queda por ver es si la ciudadanía es tan fácil de engañar como algunos medios de comunicación para los que un ataque al cartismo tiene siempre el atractivo de un titular de tapa.