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Fracaso, cantado  

Si hay algo que descalifica a un ser humano es cuando ataca a su antecesor, solamente por la incapacidad que tiene de lograr, mínimamente, acercarse a sus logros. Y es precisamente eso lo que hace el ministro de Urbanismo, Vivienda y Hábitat, Danny Durand, quien, a 5 meses de gestión, ya sabe que será imposible que alcance la fantástica gestión realizada por Soledad Núñez al frente de la Senavitat en el gobierno anterior, así que decidió atacarla, en un intento ridículo de desacreditar todo lo positivo que se hizo en favor de paraguayos que no podían acceder a una vivienda propia.

No es que sorprenda esta actitud de una persona  que siempre tuvo fama de oportunista, que de locutor pasó a político con el único afán de obtener protagonismo y beneficios personales. Alguien que está denunciado por estafa por más de 100 personas que fueron engañadas por la empresa que creó, Mocipar, para conseguir mucha plata, no puede estar a la altura de nadie que vea a la función pública como un servicio y no como botín.

Soledad Núñez fue de lo mejor que tuvo el gabinete de Horacio Cartes y su gestión al frente de la Senavitat le permitió acceder a reconocimientos internacionales y a la posibilidad de acceder a becas de especialización, como premio a su trabajo al frente de la institución que proveyó nada menos que 37 mil viviendas a paraguayos necesitados.

Solamente pretender alcanzar su nivel de gestión constituiría un desafío para cualquier persona medianamente preparada y decidida a cumplir con una labor que merece toda la dedicación y una entrega absoluta, por estar dedicada a uno de los sectores más sensibles de la sociedad, la que carece de un techo propio.

Pero cuando el sucesor es un personaje petulante y para colmo acusado de “fatos”, los resultados, desde el vamos, se saben que serán lamentables. En el tiempo transcurrido, lo único que hizo Durand fue defenderse de las acusaciones de los estafados por la empresa que él creó, y criticar a Núñez, pretendiendo, a toda costa, desacreditar su gestión con el objetivo de igualarse con ella por abajo, porque él sabe que jamás podrá siquiera acercarse a sus logros.

No hay una sola vivienda que se haya empezado a construir en estos 5 meses. Y no lo hay porque el secretario de Estado no sabe ni dónde está parado, no entiende del negocio y cree que no necesita entenderlo porque, según su visión, tiene lo que se necesita para estar al frente de una institución del Estado, capacidad de adaptarse y de complacer a quien lo puso en el cargo.

Y esto hasta podría ser cierto, si no fuera porque su antecesora dejó la vara demasiado alta y no hay forma de evitar las comparaciones, ya que Núñez no fue solamente una buena secretaria de Estado, sino que resultó aplaudida hasta por quienes estuvieron siempre en contra del gobierno. No podía ser de otra manera, ya que fue tan impecable, tan sobria, tan eficiente y efectiva, que hasta los anticartistas debían reconocerlo.

Durand lo sabe, y sabe también que solamente ensuciando la trayectoria de la joven podrá impedir que se lo siga comparando con ella. Pero no lo conseguirá. Ni siquiera nos preguntamos si al final del mandato, él conseguirá construir aunque sea la mitad de las viviendas que Núñez logró. Sabemos que no será así, porque esta es una historia de un fracaso de gestión que está más que cantado.

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