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ASUNCIÓN.– El disidente Juan Carlos Galaverna renunció a la Comisión de Asuntos Constitucionales del Senado, en protesta porque fue electo presidente su correligionario Juan Darío Monges, a quien considera supuesto violador de la Carta Magna, la misma a la que él reconoció públicamente haber violado en 1992. Parece que lo que le molesta a Calé es la competencia.
Galaverna es el “papá” de los violadores constitucionales. El único que, no solo aceptó haberlo hecho, sino que presumió de ello en los medios de comunicación. La verdad es que si no valoráramos el fantástico sentido del humor de nuestra clase política, no podríamos entender que china hacía este sujeto integrando la Comisión de Asuntos Constitucionales, salvo que alguno pudiera convencernos de que su carácter de delincuente confeso le hace reconocer a otros de su misma calaña.
En fin, Calé pertenecía a la comisión que debe proteger a aquella a la que tan alevosamente había violado hace años atrás, y ahora decidió renunciar, no porque sintiera vergüenza de su pasado, sino porque cree que le salió competencia. No acepta que se haya decidido dar la Presidencia a Monges, “la cara visible de los atropellos realizados a la Constitución”, según dijo sin siquiera ruborizarse ni mirarse al espejo.
“Es una burla a la historia reciente que los demás miembros y colegas hayan decidido dar la presidencia de esa comisión al senador Juan Darío Monges porque no tiene la más pálida idea de lo que es el derecho constitucional”, algo que, seguramente, el conoce muy bien debido a sus muchos estudios especializados.
Pero Galaverna fue mucho más allá. A él siempre le gustan los deportes extremos, así que ayer también se le ocurrió despotricar en contra de la “discriminación descarada” realizada por los oficialistas y sus aliados, al dejar sin poder en ninguna comisión a disidentes y sectores de la oposición.
Lo que convenientemente Calé olvidó mencionar es que esta discriminación descarada es la misma que los senadores del “grupete” aplicaron en contra de sus contrarios durante 2 años, cuando todas las comisiones fueron repartidas entre ellos y oficialistas y sus aliados fueron convidados de piedra en la cámara.
