No es el primer año que el Senado nos decepciona por su desprolijo actuar, en donde claramente se priorizan los intereses sectarios que los de la ciudadanía. El artículo 23, como se conoce a las mayoría absoluta en la Cámara Alta, es el que impera a la hora de tomar decisiones que bien podrían cambiar el rumbo del país en cuestiones fundamentales si no estuvieran manejadas al antojo de los que, por contar con los votos necesarios, manejan al plenario a su antojo.
El Senado constituye la cámara más cuestionable y vergonzante, ya que esa alianza perniciosa entre los colorados abdistas y la izquierda han cometido tantos desaciertos que si no fuera porque, en varias ocasiones, los diputados consiguen volver a la senda correcta, este país se hubiera ido al diablo hace mucho tiempo.
El pacto abdo-luguista que puso a Cachito Salomón en la Presidencia del Senado y el Congreso fue el inicio de los desastres generados por esta alianza traída de los pelos y que desde el vamos demostró que tenía el único objetivo de buscar beneficios personales y sectoriales y frenar todo aquello que se oponía a sus planes.
Postergaron proyectos importantes solo porque les dio la gana o porque intentaban conseguir alguna tajada del negocio. Aprobaron otros que no tenían ni pies ni cabeza y cerraron ojos y oídos ante denuncias concretas de colegas suyos que abiertamente violaban la Constitución alentando las invasiones.
En varias ocasiones demostraron tanta astucia retorcida que quienes se oponían a sus intereses parecían niños de pecho que eran pillados de manera ingenua, como si no tuvieran la experiencia suficiente en el negocio legislativo. Y siempre se salieron con la suya, salvo cuando se aprobó la ley que aumenta las penas a las invasiones de tierra, cuando la izquierda se quedó sola porque en el abdismo también había personas que querían proteger su propiedad privada.
Este Parlamento, así como está conformado, tiene dos períodos más y no hay ninguna esperanza de que las cosas vayan a mejorar el año próximo. Abdistas y luguistas seguirán contando con la mayoría necesaria en el Senado para bloquear cualquier cuestión que no responda a sus intereses. Y a la ciudadanía solo le queda observar el desastre y pensar en elegir mejor en el 2023.