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Anoche nació una nueva Albirroja: la de la juventud, la de la esperanza, la que rellenó un casillero vacío en las estadísticas de la historia y que dice que Paraguay nunca le pudo ganar en competencias oficiales a la Argentina, en torneos oficiales de la FIFA o de la CONMEBOL, jugando de visitante. El gol de Derlis González, a los 17 del primer tiempo, y el maravilloso desempeño de 14 jugadores, lo hicieron posible.
CORDOBA.- Hace años que no vemos a una Selección Paraguaya enfrentar, con tanta personalidad y convicción a un equipo argentino. Hace años que esperábamos verla así. Y en la noche de Córdoba, los once albirrojos demostraron que son capaces, que estamos por el buen camino y que tenemos futuro. Un futuro lleno de juventud, de esperanza y de grandes posibilidades.
A lo mejor llegamos, al final de las 8 fechas que faltan a estar entre los clasificados a Rusia. Y a lo mejor no. Pero de una cosa estamos seguros que la noche del 11 de octubre de 2016, nació una nueva Albirroja. Independientemente del resultado de este partido y de la clasificación. Cuando escribíamos esto, todavía faltaban 5 minutos para el final de un partido no apto para cardiacos. Nosotros, porque sosteníamos el resultado. Ellos, porque no podían torcer el destino.
Ese primer tiempo fue para el recuerdo permanente: tocaban los Romero, Almirón, Derlis González, Rodrigo Rojas, inundando la cancha de camisetas albirrojas que a los 17 minutos, después de haber estado cerca un par de veces, llegó al gol de una manera electrizante. Un quite de la defensa, Ángel Romero que hace pasar de largo a un defensor contrario y extiende la pelota hacia la punta derecha para la llegada de Derlis González que, como los antiguos wines, encaró a su marca, apuntó el arco y batió al larguirucho Romero.
El grito de “Paraguay… Paraguay” atronaba en las gradas del estadio mundialista de Córdoba, como hacia mucho tiempo no escuchábamos, lejos de nuestra casa. Es que no fue un gol de casualidad sino el producto de un mejor juego, apenas replicada por el exquisito Di María, en absoluta orfandad, sin encontrar eco en goleadores tan connotados como el Higuaín o como Agüero, destacados en el promocionado fútbol europeo, pero que contra la defensa Albirroja nada podían hacer.
Y llegó el segundo tiempo y como si faltara alguna cosa para redondear una noche de ensueño, penal para Argentina al minuto de juego. Penal que toma Agüero, habitualmente infalible, pero que se encontró con una verdadera muralla: Justo Villar que aguantó los amagues del delantero y le atajó ese penal que pudo haber cambiado la historia del juego.
El mismo Agüero, un mnuto después escapó y mano a mano con Villar, de nuevo ganó el arquero que tuvo su regreso heroico e inolvidable, lo mismo que Derlis González que nos hizo acordar de aquella Copa América del 2015, frente al mismo rival, en Chile. Y cuando la cosa se puso pesada, y el “Patón” Bauza cargó su equipo de delanteros: Dybala y Pratto entraron a probar suerte. Arce llamó a su dotación defensiva, reforzando la mitad de la cancha y taponando los resquicios por donde pretendían filtrarse los rivales.
Celso Ortiz y Bruno Valdez entraron para la contención y Hernán Pérez para correr en vez de Ángel Romero, que había corrido una enormidad a lo largo del partido. Y llegamos al final que escribe un nuevo capítulo en la historia y ubica a la Albirroja, una vez más, en la gran consideración del fútbol mundial.
DETALLES DEL PARTIDO
Estadio: Mario Alberto Kempes de Córdoba (Argentina).
Árbitro: Daniel Fedorczuk, asistido por sus compatriotas Nicolás Tarán y Miguel Nievas.
Gol: PT: 17’ Derlis González (P).
ARGENTINA: Sergio Romero; Gabriel Mercado, Mateo Mussacchio, Martín Demichelis y Marcos Rojos; Éver Banega (Dybala), Javier Mascherano, Nicolás Gaitán (Lucas Pratto) y Sergio Agüero; Ángel Di María y Gonzalo Higuaín. DT: Edgardo Bauza. PARAGUAY: Justo Villar; Jorge Moreira, Gustavo Gómez, Paulo da Silva y Júnior Alonso; Derlis González, Rodrigo Rojas (Bruno Valdez), Cristian Riveros y Óscar Romero; Ángel Romero (Hernán Pérez) y Miguel Almirón (Celso Ortiz). DT: Francisco Arce.
