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Inaudito y repudiable

Todos los expertos coinciden en que este es el momento más complicado de la pandemia y que hay una fuerte tendencia a que la situación empeore en los primeros meses del 20211, por lo que el personal de la salud será más requerido que nunca, porque los números de casos e internados irán en aumento.

Así que desde cualquier punto de vista, es inentendible que el presidente del IPS haya decidido despedir a 62 médicos, con el argumento de que sus contratos estaban vencidos aunque con un fuerte tufo a represalia porque los profesionales protestaron por medidas adoptadas por la administración de Andrés Gubetich.

Pongamos que sea cierto que los contratos estaban vencidos. Y a Gubetich no se le ocurrió que con la crisis sanitaria más grande de nuestra historia, no sería conveniente renovarlos? O acaso tiene suficientes profesionales en el plantel médico de la previsional como para eliminar a 62 sin que el servicio se viera afectado? De entrada sabemos que esto no es cierto, ya que, aún con los ahora despedidos trabajando, hay muchas denuncias de asegurados que tienen que aguantar un interminable calvario hasta conseguir ser atendidos, porque la respuesta que reciben habitualmente es que “no hay médico disponible”.

No es que hayamos esperado demasiado de este señor. Su desempeño es cuestionado desde hace mucho tiempo, principalmente por la poca empatía que tiene en el ejercicio del cargo. A Gubetich no le interesan los asegurados del IPS ni los médicos y personal que tiene a su cargo y que es de quienes depende el buen servicio de la institución.

Parece que en lo que es realmente bueno es en conseguir “un buen pasar”, ya que de acuerdo a un informe de la Contraloría, percibe 4 sueldos del Estado (3 de manera irregular) y es, de lejos, el funcionario público que más bienes posee de acuerdo a su Declaración Jurada.

Así que muy bien podríamos decir que Andrés Gubetich es un excelente gestor en su beneficio pero un desastre como administrador de la cosa pública y, mucho peor, defensor de un aberrante sistema de salud pública en el que ni el médico ni el paciente tienen la menor importancia.

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