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Indolencia criminal

Justo cuando pensamos que ya llegamos a lo más profundo de la crisis, de la ineficiencia y de la falta de gestión, nos encontramos con una nueva sorpresa que nos enseña que no hay límites para el desgobierno y la inutilidad.

Después de promocionar por todas partes que el sistema estaba totalmente preparado para la vacunación de la gente, los vacunatorios habilitados y el transporte de los inmunizantes bien definido, ahora nos damos cuenta de que ni siquiera está lista aún la plataforma digital para que la ciudadanía pueda registrarse.

De hecho el inicio de la vacunación a personas de tercera edad se decidió que sea en los hogares de ancianos porque así no necesitan ninguna lista de personas registradas. Simplemente van a los sitios habilitados y allí pinchan a todo el que se mueva; así de simple y lamentable. Uno pensaría que posteriormente llevarían un registro de los que fueron vacunados pero vaya a saber si son capaces de hacerlo. No hay ninguna evidencia al respecto.

A mediados de abril, dos meses después de que lleguen las primeras dosis al país, todavía no hay una plataforma que permita que la ciudadanía se inscriba para ser inmunizada. Lo repetimos porque nos cuesta creerlo y consideramos que a usted, estimado lector, también.

Hay todo un superministerio de Tecnología, que se lleva un alto porcentaje del presupuesto, con una sobrepoblación de funcionarios, ninguno de los cuales fue capaz de crear un programa que permita tener dicha plataforma. Pareciera que es algo básico, nada complicado, como llenar una planilla de forma manual, con nombre y apellido, dirección, edad, enfermedades de base, etc. Pero no hay nadie capaz en todo este desastroso e indolente gobierno que sea capaz de hacerlo.

Hasta ahora pensábamos que el problema que teníamos es que no llegaban las vacunas en la cantidad de dosis suficientes para inmunizar a un porcentaje importante de la población, de manera que se cree lo que llaman “inmunidad de rebaño”. Ahora tenemos el incontrolable temor de que aunque lleguen, no sabremos qué hacer con ellas. Sálvenos Dios.

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