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ASUNCIÓN.- La Región de esta buena parte del Globo giró su mirada de relacionamiento con Israel, mientras Paraguay insiste en hacerlo con el mundo árabe, principalmente con el sector más radical encabezado por Palestina. Este escenario se notó en el evento de juramento de Jair Bolsonaro a la primera magistratura de Brasil.
Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel, fue una de las principales figuras que asistió a la asunción de Bolsonaro. Este episodio diplomático ratificó lo que había manifestado el exmilitar, hoy presidente brasileño, en noviembre pasado, que acercaría aún más su relacionamiento con Israel.
En el instante del saludo del primer ministro israelí a Bolsonaro, recibía el saludo vía redes sociales de Donald Trump; hecho que destacan los analistas como la conformación del eje EE.UU.-Brasil-Israel, acercamiento que deja fuera a Paraguay, debido a la movida diplomática de Abdo Benítez hacia el mundo árabe.
De hecho, adelantó su intención de trasladar la embajada de Brasil en Israel, de Tel Aviv a Jerusalén. Netanyahu le tomó la palabra y respondió a los medios que “solo era cuestión de cuándo se daría el traslado”.
Una de las primeras gestiones de Mario Abdo Benítez, como presidente paraguayo, fue el de ordenar el regreso de la embajada paraguaya a Tel Aviv, hecho que fue cuestionado, no por la administración Netanyahu, sino por países como Estados Unidos, que mantienen estrecha vinculación con el mundo israelí. A cambio, Abdo Benítez inició acercamientos con los principales enemigos de los israelitas, Palestina y otros países del mundo árabe.
El cambio de la embajada supone un reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel, traslado que, hasta ahora, mantienen Estados Unidos y Guatemala y a futuro lo hará Brasil.
