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La campaña entra en fase decisiva en Brasil con los cónclaves partidarios

Iniciada la temporada de convenciones partidarias, la carrera electoral en Brasil ya es un caso sui géneris. El candidato favorito, el expresidente Lula da Silva, está en la cárcel y quedaría imposibilitado para competir; el segundo en las encuestas tiene problemas para hallar un compañero de fórmula, y los otros principales aspirantes se disputaron el apoyo de partidos menores salpicados por denuncias de corrupción, irónicamente, uno de los problemas que hoy más preocupan a los brasileños tras la operación Lava Jato.

BRASILIA.- “Será una campaña muy extraña, marcada por desesperadas negociaciones y la incertidumbre hasta último momento sobre quién ganará, por el gran porcentaje de indecisos actual”, vaticinó el analista Glauco Peres da Silva, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de San Pablo.

Según el último sondeo de Datafolha, el mes pasado, entre un 21% y un 33% de los consultados no saben por quién votarán. Tal vez sus dudas empiecen a despejarse de aquí hasta el 5 de agosto, cuando terminen las convenciones para lanzar oficialmente a sus postulantes.

La primera gran incógnita que persiste es qué sucederá con la candidatura del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, que desde abril cumple una pena de 12 años de prisión por corrupción y lavado de dinero en un caso vinculado con el Lava Jato. Según la legislación brasileña, el máximo líder del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), que encabeza las intenciones de voto con un 30% de respaldo, está inhabilitado para disputar la elección por haber sido condenado ya en segunda instancia por un órgano colegiado.

En público, el PT repite que buscará registrar a Lula ante el Tribunal Superior Electoral (TSE) hasta el 15 de agosto, cuando vence el plazo, con la esperanza de que se acepte la candidatura mientras el exmandatario apela su sanción ante la Corte Suprema. En privado, ya se prepara un plan B, con un candidato alternativo que podría ser el exalcalde de la ciudad de San Pablo Fernando Haddad o el exgobernador del estado de Bahía Jaques Wagner. Y se negocia para que la joven candidata presidencial del Partido Comunista de Brasil (PCdoB), Manuela D’Avila, acepte ir como vice del designado petista.

En un escenario sin Lula, los sondeos ubican en la delantera de las intenciones de voto al ultraderechista diputado Jair Bolsonaro, del Partido Social Liberal (PSL), con un 19% del electorado. Sin embargo, ese apoyo no ha sido suficiente para conseguir a un compañero de fórmula.

La primera opción del exparacaidista del Ejército era el popular senador y pastor evangélico Magno Malta, del Partido de la República (PR). Luego apuntó a una inusual fórmula castrense e invitó al general de reserva Augusto Heleno Ribeiro Pereira, excomandante de la misión de paz de Naciones Unidas en Haití en 2004.

Mientras tanto, los otros principales candidatos libraron en los últimos días una feroz batalla por el apoyo de partidos menores, pero que aportarían tiempo de radio y TV, recursos del fondo partidario y estructuras en los estados y municipios.

La ecologista Marina Silva, de la Red Sustentabilidad (Red), que cuenta con un 15% en intención de voto, se acercó al Partido Popular Socialista (PPS), al Partido Socialista Brasileño (PSB) y al Partido Republicano de Orden Social (Pros), aunque todavía no cerró trato con ninguno.

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