BRASIL.- Las dificultades económicas que enfrenta el gobierno de Jair Bolsonaro ya tienen un dato oficial concreto y preocupante tanto para Brasil como para la Argentina: el Producto Bruto Interno (PBI) brasileño se contrajo un 0,2% en el primer trimestre de este año, la primera caída desde el fin de la recesión de 2015-2016, según reveló hoy el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).
En los dos últimos años, durante la administración de Michel Temer , la economía de Brasil había logrado salir del nivel de crisis pero con un crecimiento muy pequeño, apenas 1,1% tanto en 2017 como en 2018. La victoria del ultraderechista Bolsonaro en las elecciones de octubre del año pasado, acompañado por un equipo neoliberal a cargo del reconocido economista Paulo Guedes, sin embargo, generó en el mercado grandes expectativas de mejoras para este año, sobre todo por su ambiciosa propuesta de reforma previsional para detener el progresivo déficit en las cuentas públicas.
Ahora, cinco meses después del cambio de gobierno, el proyecto de reforma del sistema jubilatorio de Bolsonaro continúa con serios obstáculos en la Cámara de Diputados, en gran parte debido a fallas de articulación política en la frágil base liderada por el oficialista Partido Social Liberal (PSL). El nuevo dato del PBI se suma a otro indicador que el mes pasado ya había despertado alertas: la tasa de desempleo, que había cerrado 2018 en 11,6% después de varios altibajos, subió para 12,7% en el primer trimestre de este año, reflejo de la débil actividad económica y de los desafíos que aún enfrenta la tan esperada recuperación.
Depresión
Al confirmarse la caída del PBI, muchos analistas advierten que el estancamiento de la economía ya pone a Brasil dentro de un marco de depresión económica.
«El país está parado. Después de la recesión, aún no tuvimos una recuperación. La población empobreció y no recupera sus ingresos. Si eso no es señal de depresión, no sé qué es», señaló Affoso Celso Pastore, expresidente del Banco Central (1983-1985) y director de la consultora AC Pastore.
El país está parado. Después de la recesión, aún no tuvimos una recuperación. La población empobreció y no recupera sus ingresos. Si eso no es señal de depresión, no sé qué es
Mientras tanto, el presidente Bolsonaro parece más preocupado por cuestiones como la agenda de valores conservadores y la flexibilización de las armas de fuego en vez de la situación económica, y no para de generar polémicas con sus declaraciones y acciones. Así, la confianza del mercado se derrite semana a semana. A fines del año pasado, la previsión de crecimiento para este año era del 3% y, según el Informe Focus, que semanalmente publica el Banco Central con encuestas a analistas y entidades financieras, ya bajó al 1,23% en su última edición. El Ministerio de Economía ya había reducido su expectativa del 2,2% para 1,6% la semana pasada.
«El año 2019 es una pieza central para evaluar si Brasil está caminando para una depresión o para la vuelta del crecimiento», consideró Sergio Vale, de MB Asociados.
Entre los principales sectores económicos, la construcción civil cayó 2%, las inversiones 1,7%, la industria un 0,7%, el peor resultado desde el último trimestre de 2016 (-1,8%) en gran parte por una fuerte reducción de la industria extractiva (-6,3%) luego de la tragedia en un dique minero en Brumadinho, en tanto que la actividad agropecuaria se contrajo 0,5%. El consumo del gobierno se redujo 0,4% y el de las familias 0,3%. Por su parte, mientras las exportaciones se desplomaron 1,9%, las importaciones aumentaron 0,5%.