ASUNCIÓN.- Se solía decir que en el Paraguay se festejaba el 1 de noviembre, día de todos los santos; el 2, día de todos los muertos; y el 3, día de todos los vivos, ya que era el cumpleaños del dictador Alfredo Stroessner y toda la lacra del país se hacía presente desde temprano en el Palacio de Gobierno para rendir pleitesía a quien durante 36 años fuera dueño de la vida y hacienda de todos.
Ya desde la noche anterior empezaban a llegar delegaciones de adláteres y de funcionarios públicos, docentes y campesinos que eran arreados si ninguna contemplación para dar tributo al dictador a cambio de algún carguito de poca monta en la Administración Pública, llena hasta el tope de planilleros, corruptos y ahijados de los poderosos amigos de Stroessner.
Que nadie piense que el stronismo ha desaparecido; al contrario, últimamente tiene mucho protagonismo en el Partido Colorado. Sin embargo, cada vez son menos las estruendosas bombas de los adeptos que siguen festejando el 3 de noviembre como “fecha feliz”, para ellos y de amargo recuerdo para el resto de la ciudadanía paraguaya.