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La mejor respuesta, ¡más democracia!

En medio del intenso bombaerdeo mediático al que está siendo sometida la opinión pública, mediante la difusión de un enorme caudal de noticias, en parte reales y en parte engañosas, se torna necesario “parar la pelota” e ir al fondo de la cuestión, que en el marco de lo anterior, nos hacen perder de vista en forma deliberada: ¿Cuál es la posición que sostienen con tanta firmeza las partes en conflicto? ¿Se justifica tal grado de crispación, que derivó en una de las crisis políticas más agudas de los últimos años? ¿O simplemente obedece a intereses mezquinos, que buscan manipular a la ciudadanía a través de los grandes diarios y canales de televisión para imponer su voluntad a fin de alcanzar beneficios particulares?

La posición de los partidarios de la enmienda ha sido bastante clara desde hace meses y terminó de “redondearse” a la luz de la convulsionada situación. Tanto el Ejecutivo, como la mayoría de senadores y diputados, así como exponentes del oficialismo colorado, el Frente Guasu y el “llanismo” se encargaron de enfatizar tres cuestiones: Impulsar el diálogo amplio y sin condiciones entre las partes, que son protagonistasdel actual conflicto para lograr la pacificación del país; reivindicar el rol de las instituciones y acatar lo que éstas dispongan , tanto en esferas del Congreso como del Poder Judicial, y dejar en manos de la ciudadanía la decisión de si se habilita la reelección o no, mediante la convocatoria de una consulta popular, un Referéndum.

Los detractores de la enmienda, en cambio, rehuyen a exponer con honestidad sus posturas políticas, formulan denuncias “escandalosas” para exacerbar el ánimo de los ciudadanos, hablan de “golpe” y se presentan como los defensores más rigurosos de la Constitución, la misma que ellos ultrajaron no una, sino cincuenta veces. No obstante, si se separa la paja del trigo, no resulta dificil hallar rápidamente cuáles son sus proposiciones fundamentales.

¿Qué nos proponen el oficialismo liberal y sus aliados estratégicos de la disidencia colorada, siguiendo las pautas dictadas por Zuccolillo y Vierci?

Primero, rechazar el diálogo como método civilizado para superar los conflictos, “resistir por todos los medios a los usurpadores”, hasta que retiren el proyecto de enmienda del Congreso, y propiciar el juicio político del presidente de la República. Segundo, desconocer la descisión del Congreso si éste se pronuncia a favor de aprobar la enmienda, así como un posible fallo de la Corte que habilite su realización. Y tercero, descartar el mecanismo de la consulta popular para que decida sobre este tema que es de su estricta incumbencia. La ciudadanía no cuenta, más que para protestas callejeras.

En suma, no aceptan que el tema sea resuelto por el Congreso, ni que lo haga la Corte Suprema de Justicia, ni el Soberano, sujeto fundamental en el que se basa una democracia auténtica. ¿Qué es lo que quieren entonces? ¿Qué todos acatemos lo que ellos dicen? ¿Y, a razón de qué tendríamos que hacerlo?¿De qué supuestamente es la “vuluntad del pueblo” que representan, pero que nunca se manifestó y de ser por ellos tampoco lo hará? O por la “capacidad” que demostraron para chantajear y generar hechos de violencia?

Los demócratas, los defensores de la institucionalidad republicana y del Estado de Derecho, los que creemos en la fuerza de la razón y no en la razón de la fuerza, no podemos limitarnos a observar impávidos a quienes se comportan como trogloditas, siguiendo el libreto de los medios hegemónicos.

Y la respuesta no puede ser otra que… ¡más democracia”, que la ciudadanía se manifieste y, sobre todo, que pueda ejercer el derecho a hacerlo en las urnas.

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