ADN Digital
Un verdadero show. Adolfo Ferreiro tratando de comparar la alianza PLRA-Frente Guasu con la que celebran fuerzas opositoras con el dictador que lo sojuzga en aras de defender a la nación de una agresión externa; Víctor Ríos diciendo que el discurso contra el supuesto golpismo de los proenmienda “ya pasó” y que en este momento corresponde a Efraín Alegre asumir la actitud de un “estadista” (¿?) y Leo Rubín afirmando que el titular de los liberales apoyó el golpe contra Lugo, pero “ahora las cosas son distintas porque estamos a las puertas de unas elecciones”.
Una auténtica apología al disparate, por parte de quienes no tienen argumento para justificar la unidad de quienes hasta hace pocas semanas se acusaban de ser los peores traidores a la patria y hoy se presentan cual si fueran la única alterativa para su redención. Tal es la fantochada política que hasta ABC Color se vio obligado a denominarlo como “una bolsa de gatos que, de conseguir llegar al gobierno, se despedazarán en una encarnizada lucha por las mejores tajadas de la torta del poder”.
El senador Ferreiro tuvo que apelar como fuente de su “innovadora” posición a una hipótesis completamente inexistente, como la de una eventual guerra de conquista que podría someter al país, la cual habilitaría a celebrar todo tipo de acuerdos, inclusive entre sectores antagónicos, a fin de defender la soberanía”. Un ejemplo cuanto menos descabellado, imposible de equiparar a este pacto trasnochado, concretado a los tumbos, entre fuerzas ideológicas incompatibles y políticamente hostiles.
Para el diputado Víctor Ríos, ahora nos lo cuenta, ser “estadista” implicaría padecer de amnesia respecto al papel cumplido por los aliados, por más deleznable que este pudiera haber sido. El “estadista”, en su peculiar interpretación, debe “borrar el pasado y hacer cuenta nueva”, a los fines de sumar adhesiones, mejor dicho votos, para llegar al gobierno; no aquel que piensa en las próximas generaciones y no en las siguientes elecciones, al decir de Winston Churchill.
Y de Leo o “Leito”, como le dice su padre, qué se puede decir. Es una contradicción en sí mismo. Se reafirma en que Alegre es corresponsable nada menos que de un “golpe de Estado”, pero acto seguido sostiene que eso pasaría a segundo plano debido a que ahora estamos en vísperas de comicios generales. Y como si eso fuera poco, agrega que la tarea fundamental es derrotar al stronismo, cuya máxima expresión es “Marito”, pero a continuación arremete contra el cartismo por representar al “neo-stronismo”, lo que haría de las internas de la ANR las más raras del universo, al tener como actores irreconciliables a dos grandes corrientes de idénticos signos políticos.
El tortuoso camino que comenzaron a recorrer las fuerzas de oposición solo generar dudas, cuando no directamente malestares y reproches. Desde filas de la derecha, que tiene como uno de sus principales exponentes al propietario de ABC color, Aldo Zuccolillo, censuran airadamente el pacto con el Frente Guasu, al que acusan de atropellar la Constitución Nacional en lo referido al proyecto de enmienda para instituir la reelección; mientras que desde la izquierda, no son pocos los cuestionamientos a la alianza con el PLRA, al que siempre calificaron de golpista y le exigieron una autocrítica que nunca llegó.
Tal como están las cosas, las declaraciones triunfalistas de dirigentes opositores no pasan de ser un recurso utilizado en tiempos de elecciones para generar alguna expectativa. La realidad es que desde el 2008 a esta parte y, sobre todo, a partir de la destitución de Fernando Lugo, la oposición retrocedió notoriamente en cuanto a la construcción de una alternativa real de poder, que, como sucedió en casi la totalidad de los comicios realizados a lo largo de la etapa democrática, todo indica que se dirimirá nuevamente en ámbitos de las internas coloradas, el próximo 17 de diciembre.