Edmundo Valenzuela, arzobispo de Asunción.
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La piedrita de Valenzuela se convirtió en montaña

ASUNCIÓN.- El arzobispo de Asunción y presidente de la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP), Mons. Edmundo Valenzuela, se llamó a silencio tras los primeros días de la escandalosa denuncia sobre acoso sexual en contra del sacerdote de Limpio en aquel entonces, padre Silvestre Olmedo. Recién el 8 de diciembre concedió una entrevista a un medio de comunicación y dijo en ese entonces que recién el 4 de diciembre recibió la denuncia firmada por la joven y por el coordinador pastoral de San José de Limpio, Gustavo Benítez.

El 5 de diciembre,  Olmedo, dijo: “No voy a hablar con nadie, menos con la prensa. Esto es un tema personal y no tengo por qué comentarte nada”.

Igualmente, mediante una nota dirigida a los jóvenes de la Pastoral Juvenil de Limpio, el arzobispo de Asunción, monseñor Edmundo Valenzuela, pidió “no hacer de una piedrita una montaña”, al aludir a la denuncia por acoso hecha por Alexandra Torres en contra del expárroco de Limpio Silvestre Olmedo. En la misiva les informa que el cura “aceptó reparar el daño moral, mediante los ejercicios espirituales”.

Valenzuela luego explicó la comparación diciendo que el acoso a una persona mayor de edad sería una “piedrita”, mientras el abuso de menores sería una montaña. “Fue un gesto indecoroso, una falta no grave”, destacó arzobispo. Aunque luego pidió disculpas.

VARIOS CASOS QUEDARON IMPUNES

La mayoría de los sacerdotes en nuestro país utilizan la sotana para blindarse y abusar de los niños y jóvenes, bajo el manto protector de los miembros de la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP), quienes encubren los actos criminales contra los niños. Actualmente, alrededor de 10 denuncias de casos de pedofilias están quedando impunes. Los números podrían ser incluso mayores, teniendo en cuenta que otras decenas de situaciones similares podrían estar siendo acalladas por las autoridades eclesiales e incluso por las víctimas, por temor o vergüenza.

En sus reuniones periódicas, los obispos ejercen unidos su cargo pastoral, tratando asuntos comunes e intercambiando experiencias y juicios que les permiten descubrir, sobretodo, las formas y métodos pastorales más acomodados a las circunstancias del tiempo y del país. Sin embargo, los casos de abusos  de los sacerdotes contra niños y adolescentes parece no importarles, pese a que existen denuncias de unos 10 casos, nunca se preocuparon por erradicar esta criminal acción del seno de la Iglesia Católica.

Aunque uno de los sacerdotes, Estanislao Arévalos Pedrozo, ya fue condenado a 6 años de prisión por abuso en niños, existen otros varios religiosos que están impunes por el silencio cómplice de la CEP. Entre los cuales se pueden citar a los sacerdotes Juan Manuel Martínez e  Isidro Cabral (Salto del Guairá), Juan Andrés López Sosa (Ciudad del Este),  Mario Sotelo (Juan León Mallorquín), Teobaldo Velázquez (Concepción),  Cecilio Ferreira (Pedro Juan Caballero) y Herminio Abel Casco (Pedro Juan Caballero). Igualmente, a Gumercindo Caputo Segovia (Villa Elisa), Francisco Javier Bareiro y Gustavo Ovelar (Villarrica). Al menos los casos que involucran a estos curas salieron a luz.

Según los datos a las que accedió el diario ADN Paraguayo, la mayoría de los acusados se encuentran en sus domicilios, mientras que otros fueron trasladados de iglesia.

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