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La ruta de la mentira

José Rojas.
José Rojas.

Aclaro ya al principio que el título de este artículo lo tomé prestado de lo que fue hasta hace poco la denominación que recibió la ruta 13 y otras que con criterio proselitista “inauguraba” el protagonista del presente material.

Efraín Alegre, presidente del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), entró a la cancha electoral con las taquillas levantadas, con el rostro de eterno malhumorado tratando así de convencer a quien le escucha que el Gobierno constituido está realmente haciendo mal las cosas. Y por algunas actuaciones de Efraín es probable que su método de hacer bien las cosas es desconociendo la ley. Peligroso precedente.

Faure, filósofo anarquista francés, dijo: “cualquiera que niegue la autoridad y luche contra ella es un anarquista”. El precandidato presidencial metileno y constructor de carreteras fantasmas ingresa en las generales de esta frase que define a los anarquistas: alienta a campesinos sin tierra a que de nuevo invadan propiedades en Guahory y de esta manera

Efraín niega la existencia de la autoridad que se llama ley. Ignora el imperio de la ley.

No es el único en esta nueva era política de Efraín. Carlos Mateo Balmelli, correligionario del presidente liberal lo acusó de haber destrozado el Estado de Derecho en la convención partidaria.

¿Será ese el método que pretenden implementar si es Gobierno? En principio demuestra una gran irresponsabilidad social en un momento muy delicado; y todo por ir asegurando votos sobre una base peligrosa, la de desconocer el imperio de la ley.

Postura mentirosa como las obras que presentó, pero jamás construyó cuando fue ministro de Obras.

Efraín ocupó espacios importantes en gobiernos recientes; fue ministro de Obras Publicas con Fernando Lugo. La memoria colectiva lo recuerda como un mal administrador y de usar el posicionamiento para hacer proselitismo; amén de generar sospechas de posibles mal uso del dinero público. Tiene causas en la Fiscalía; son de aquellas que terminan durmiendo y juntando polvo en los inmensos cajones del Ministerio Público.

Para que no se diga que fue una denuncia de colorados contra liberales: sus propios correligionarios acusaron a Efraín y al diputado Juan Félix Bogado Tatter de lesión de confianza y estafa. Lo acusan al exministro de Obras Públicas de haber entregado G. 3.380 millones al Consorcio Diferencial Tape Guaraní, que supuestamente no cumplía con los requerimientos para obras de mantenimiento de la ruta 1.

El denunciante fue Valerio Melgarejo, dirigente liberal y aseguró entonces que Efraín decidió pagar en forma irregular a la misma empresa que se adjudicó la ruta 13; conocida como “la ruta de la mentira”.

Las crónicas de la era Lugo y Efraín hablan de un faltante en la caja del MOPC de al menos US$ 20 millones que hasta hoy no se conoce su destino. Al hoy presidente de los azules y precandidato presidencial lo conocen como ‘el constructor de carreteras fantasmas”. Concepción – Vallemí es una prueba de ello. Sin embargo aseguró que su administración inició más obras viales de las que hicieron los colorados en 60 años.

Cuando asumió la administración Cartes encontraron vacías las cuentas bancarias del MOPC y de todas las obras que supuestamente inició Efraín, solo dos estaban avanzadas; el resto paralizadas por falta de pago a las contratistas.

Fueron dos años y cinco meses que Efraín usó el ministerio para contratar operadores políticos que posteriormente debían sostener su candidatura en 2012.

Un informe del MOPC decía que se encontró un impresionante número de personal contratado y nombrado por Efraín. De los 17 distritos viales de conservación de rutas, solo en dos encontraron ingenieros viales; en el resto, eran contratistas de obras, abogados, profesores de primaria; hasta un odontólogo fue encargado de un proyecto vial en la región Oriental. Los demás eran todos operadores políticos.

Hoy, ya repuesto de la derrota electoral de las presidenciales y pretendiendo debilidad de la memoria colectiva se lanza a cuestionar la inmoralidad de quienes están al frente del Gobierno y al encontrar que su verdad es demasiado débil para defenderse entonces pasa al ataque, a trancar fuerte y esperando que al pegar primero pegue dos veces. En otras palabras debe disfrazar a como dé lugar sus gestiones anteriores, aquellas que lo condenan, gritando una falsa moral y una de ellas es incitar a violar la ley.

Tartufo, el personaje de Moliere, predica rectitud y moral. Gana el respeto social, pero la trama de la obra descubre que actúa hipócritamente y que su prédica es un disfraz. La moraleja es que quienes chillan denuncias, con frecuencia lo hacen para disimular sus apetitos y ocultar sus actos.

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