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Los manotazos del matrimonio

No hay muchas alternativas. O el abogado Guillermo Duarte Cacavelos renunció a su candidatura al Senado porque se le “pilló” con las manos en la masa y las aguas ya le estaban llegando a la nariz, o lo “renunciaron” -por el mismo motivo- para intentar parar la sangría que representaba su presencia en la lista del Partido Democrático Progresista (PDP), cuyas escasas adhesiones se venían esfumando a consecuencia del escándalo del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados, del cual resultó ser parte. Ahora, los cuasi propietarios de dicha organización, Desirée Masi y su marido Rafael, esperan poder respirar aliviados tras esta decisión, sin siquiera ser conscientes de la tremenda derrota política que acaban de sufrir.

Las explicaciones brindadas por el renunciante (¿renunciado?) y por la pareja se destacaron por su total inconsistencia. Tanto Duarte como sus padrinos insistieron en que las acusaciones en su contra eran infundadas, que todo forma parte “una campaña de la mafia cartista”, que la integradidad moral y profesional del cuestionado excandidato está fuera de discusión, etcétera, etcétera. En otras palabras, su declinación representa “una pérdida para el país”. Pues bien, si eso fuera cierto, la pregunta es ¿por qué renunció?

Intentaron una respuesta al interrogante, hay que reconocerlo. Pobre, poco convincente, pero lo intentaron, al decir que “Duarte es un abogado de la matrícula con resposabilidades particulares y está llevando muchos casos en los que sus clientes ya están siendo objetos de ataques”, como señaló “Rafa”. El problema es que, hasta donde sabemos, el hombre pretendía ser senador a corto plazo, con lo cual de hecho dejaría de ejercer como “abogado de la matrícula”. ¿O acaso pensaba seguir haciéndolo, como parte de la rosca judicial con la que tendría conexiones el PDP, según las denuncias?

Desirée insistió una y otra vez con que su partido va a “combatir hasta el final a la mafia cartista, que está presionando a todos los candidatos del PDP y de otros partidos de oposición para que renuncien, porque quiere copar el Congreso”, en tanto que su marido resaltó el papel de “la prensa cartista, que difunde denuncias sobre supuesto lavado de dinero de clientes de Guillermo, causando perjuicios a personas ajenas a la política”.

Y de vuelta las contradicciones e inconsistencias. Por un lado porque, si de “combatir hasta el final”se trata, no se explica que al primer “chake” ya renuncie su candidato más promocionado desde hace casi un año; y por el otro, el matrimonio se pasó restándole toda trascendencia a la “prensa cartista”, que supuestamente no tiene el menor predicamento, pero, sin embargo, ahora sería una de las causales de la renuncia de Duarte, “por el perjuicio que ocasiona”. Además, ¿quiénes son los supuestos presionados en su partido y demás fuerzas de oposición? ¿Por qué no los identifica, así como a los autores del hecho, y por qué los otros partidos tampoco lo hacen?

Tal como se presentaron los hechos, resulta obvio que Duarte renunció (o lo “renunciaron”) porque no se considera tan “inocente” como dice él y repiten sus padrinos políticos. Mientras que las reacciones de estos, de Masi y Filizzola, se asemejan a los manotazos desesperados de quien se está ahogando. Y tal vez ésta sea la figura que mejor retrate la situación de un partido que se presentó ante la sociedad como la “reserva moral” de la República y de combate frontal a la corrupción, pero terminó siendo lo que todos ahora sabemos: Un fraude.

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