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Con los pies en la tierra

El evento organizado ayer por el Partido Colorado para homenajear a la mujer paraguaya en su día tuvo características distintas a cualquier otro acto similar que se haya hecho con anterioridad en el país, porque los discursos pomposos estuvieron ausentes, y, por el contrario, primó la reflexión sobre la situación de las mujeres, que siguen siendo víctimas de discriminación y violencia.

No suelen tomarse en serio los discursos que se hacen en actos de esta naturaleza, y mucho menos cuando,  a la vuelta de la esquina, se encuentran unas elecciones que hacen que quienes están en campaña no se priven de nada a la hora de prometer grandes soluciones y milagrosas acciones para los sectores más desprotegidos.

Pero ayer la cosa fue diferente. Desde la misma organización del evento, que incluyó como oradoras a mujeres emblemáticas de la ANR, como Blanca Ovelar y Lilian Samaniego, que no dijeron discursos dirigidos a los seccionaleros sino que detallaron, de manera casi descarnada, la situación que siguen viviendo las mujeres en el país. “La pobreza tiene rostro de mujer en el Paraguay”, dijo Ovelar, con contundencia y firmeza.

Hasta la participación de la esposa del presidenciable le dio otra tónica al encuentro, porque allí no  habló una mujer activa políticamente ni que ocupa un alto cargo público. La señora de Abdo Benítez habló con sencillez y recordó la importancia del papel de la mujer en la vida del país, justamente por la multiplicidad  de  tareas  que  desempeña.

Pero lo fundamental fue la postura de Marito, quien con una sola frase borró  la presunción de que ese acto no sería más que la repetición de viejas historias de homenajes, sin contenido. El presidenciable reconoció la existencia  de graves problemas como el feminicidio,  la violencia doméstica y los altos niveles de pobreza de las madres solteras. Y comprometió su firme decisión de implementar políticas públicas tendientes a garantizar una igualdad real y una protección integral para ellas.

A  su turno, Pedro Alliana y la senadora Samaniego recordaron que ningún gobierno como este ha puesto en vigencia tantas leyes que buscan la protección de la mujer, como la de lactancia materna, de empleadas domésticas, de políticas públicas para las mujeres rurales y contra todo tipo de violencia hacia las mujeres. Y en este momento está pendiente la Ley de paridad democrática.

Sin embargo, la violencia y la discriminación siguen gozando de buena salud. El feminicidio a menudo nos golpea con fuerza y nos hace recordar que no bastan las leyes si es que no hay una conciencia ciudadana que denuncia y combate a quienes hacen del ataque a la mujer como una forma de vida.

Por eso fue importante el acto de ayer, más allá del tiempo electoral. Porque ha quedado constancia  de que quienes aspiran manejar los destinos del país en el próximo periodo no están ajenos a la realidad y tienen los pies suficientemente puestos en la tierra como para no ignorar la visceral violencia que siguen sufriendo las mujeres paraguayas. Este reconocimiento es el primer paso para una reforma estructural necesaria y fundamental en la sociedad.

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