ADN Digital
Artículos relacionados
ASUNCIÓN.- El expresidente del Congreso, Robert Acevedo, decidió desaparecer luego del escándalo que protagonizó en Pedro Juan Caballero, intentando evitar el decomiso de mercaderías de contrabando de un negocio local, cuyo dueño está asociado políticamente con el legislador y su hermano, el intendente de la ciudad, José Carlos Acevedo.
Durante toda su vida, los hermanos Acevedo hicieron lo que les venía en gana en Pedro Juan, su valle. Mucha gente dice que ambos están implicados con la mafia del narcotráfico y, fue a través de ella que consiguieron ocupar cargos electivos hasta terminar, José Carlos como intendente y Robert como senador de la Nación.
Si antes, cuando eran dos politiquitos sin importancia actuaban con prepotencia, ahora, sintiéndose poderosos, el cielo es el límite. Por eso a ningún pedrojuanino extrañó que días atrás se volvieran histéricos tratando de impedir que una delegación fiscal incautara mercaderías de contrabando de un negocio, cuyo dueño parece tener alguna ligazón con los hermanos, puesto que en el 2010, en plena campaña municipal, repartía vales de compra a quienes votaban por la reelección de José Carlos.
Favor con favor se paga, y esta semana les tocó a los Acevedo saldar la deuda con el dueño de CD Comercial, quien, suponemos, les habrá pedido socorro cuando la delegación fiscal se presentó ante las puertas del local, con una orden judicial que le autorizaba a decomisar mercaderías que habrían ingresado al país de contrabando.
Ni cortos ni perezosos, los Acevedo llegaron al local y patotearon a la fiscal, al jefe de Policía y a cuanto soldadito se les cruzó por el camino. Lo dicho, esto no es nada diferente a lo que siempre hicieron en su ciudad, pero esta vez la cosa no pasó desapercibida y los que fueron víctimas del atropello lo informaron a la prensa. Y estalló el escándalo, a pesar de los políticos y diarios que, con una vergonzosa complicidad, intentaron minimizar el hecho.
Por eso es que ahora Robert decidió desaparecer de la luz pública. Había sido que hay veces en que la prepotencia tiene un precio y él lo acaba de descubrir. Lo mismo que pensó que le beneficiaba, su cargo de senador de la nación, es lo que ahora le juega en contra. Un integrante del Poder Legislativo tiene ciertas formas que cuidar si no quiere ser expuesto ante la opinión pública como un badulaque.
