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Lugo, de ridículo obispo a semi Dios

Por: Cirilo Ibarra Enciso. Periodista de ADN en Mariano Roque Alonso
Por: Cirilo Ibarra Enciso. Periodista de ADN en Mariano Roque Alonso

En nuestro país hay mucha tolerancia con quienes aparecieron en la política como los “impolutos”, porque para ellos los colorados nomás son corruptos, sinvergüenzas, bandidos y siguen recordando los 35 años de la dictadura.

En los primeros tiempos, el pueblo entendió que la falta de experiencia que tenían, debido a la nula participación que tuvieron en los períodos anteriores, los llevaban a las equivocaciones. Pero basta, son casi 30 años de la supuesta democracia; sí, supuesta, porque no se respeta la voluntad popular, ya están llevando al país a una gran inestabilidad política y dan origen a personajes corruptos como los caudales y lo que es peor, ni quieren dar importancia a las ideas que tienen los demás.

Son ellos, los “impolutos” constitucionalistas, son ellos los que interpretan las leyes, son ellos los que acompañan e instaron al semi Dios Fernando Armindo Lugo para desacatar la orden de una jueza y nadie le recuerda a este nefasto personaje que no es Jesucristo, que no es el Todopoderoso, que fue un simple y ridículo obispo y para colmo, acusado de estupro con la sotana puesta.

Y este impresentable, con antecedentes de relaciones amorosas hasta con menores, que en nombre de Dios se ganó seguidores, primero no debió ser presidente y después ni quiera senador vitalicio, porque fue sometido a juicio político y fue hallado culpable. Sí, hallado culpable, ¿o por qué lo destituyeron?

En el artículo 189, la Constitución Nacional señala taxativamente: “Los expresidentes de la República, electos democráticamente serán senadores vitalicios de la Nación, salvo que hubiesen sido sometidos a juicio político y hallado culpable”. Clarísimo, Lugo fue hallado culpable y por eso fue rajado del Palacio de Gobierno.

Lo que no se hizo fue enviar los antecedentes a la justicia ordinaria, para que la misma también lo declare culpable y hubiera estado en la cárcel y no fungiendo de parlamentario con súper poder. Y no es más que un senador trucho.

Con todo esto que hizo Lugo, se pone en vigencia aquel dicho “cría cuervos y te sacarán los ojos”. Y fue Nicanor Duarte Frutos, quien dejó que se “crie”, porque tenía todos los elementos y suficientes argumentos para impedirle que se candidate a presidente de la República en el 2008.

Recién ahora el senador electo, Duarte Frutos, argumentó ante la Justicia, en un pedido de amparo, el caso del exobispo. El escrito señala que “el expresidente Lugo carece de credenciales republicanas para invocar purismos constitucionales. Compitió en 2008 como candidato a Presidente siendo todavía obispo, en contra de lo establecido por la Constitución Nacional, y lo más grave es que los argumentos que invoca para atentar contra mis derechos políticos, también lo deberían inhabilitar a él”, manifestó Nicanor.

Agrega que “la Constitucional Nacional en ningún caso dice que los expresidentes destituidos por juicio político podrán ser senadores activos, sino que simplemente afirma que no gozarán de la distinción honorífica de la senaduría vitalicia”.

Sigue diciendo “con este criterio interpretativo, la candidatura de Lugo también fue impugnada para los comicios recientes por el ingeniero Hermann Pankow: ¿bajo qué atribución Lugo se arroga la decisión de acatar el fallo que lo habilitó a él y de desconocer el fallo que me habilita a mí?”

Y ese es “Monseñor” Lugo, quien sigue siendo obispo. Hay que recordar que la Santa Sede, en el 2008, le recordó que “el episcopado es un servicio elegido libremente y para siempre”. Le agregó en un escrito: “Usted sabe bien que la sagrada ordenación una vez recibida válidamente no puede ser nunca anulada y no puede ser ni siquiera suspendida ‘ad tempos’, en cuanto al Sacramento del Orden imprime un carácter indeleble y permanente”.

Ahí empezó a violar la Constitución Nacional Fernando Armindo Lugo Méndez, porque Artículo 235 de nuestra Carta Magna, “De las inhabilidades”, señala que “Son inhábiles para ser candidatos a Presidente de la República o Vicepresidente, entre otros: los ministros de cualquier religión o culto”.

Fernando Lugo solo fue suspendido por el Vaticano, pero nunca perdió su jerarquía religiosa y así se convirtió en el primer obispo en llegar a ser jefe de Estado. Y el primer obispo que reconoció que mantuvo relaciones amorosas con varias mujeres y con quienes tuvo hijos.

Y ahora este sinvergüenza, que comenzó violando la sagrada ordenación, después la Constitución, se creyó estar por sobre todos los estamentos, incluyendo la propia Corte Suprema de Justicia, ignorando al Tribunal Superior de Justicia Electoral y la disposición de una jueza.

Pero por fin, “no hay mal que dure 100 años”, dice el refrán y Lugo dejó de ser presidente del Congreso y Dios quiera que nunca más vuelva.

Es más, que vaya a parar donde tenía que haber estado hace años, que sea condenado por desacato de una orden judicial. Mientras Nicanor Duarte Frutos asegura que seguirá con sus acciones y hasta sostuvo que recurrirá a todos los estrados internacionales correspondientes, “con el fin de defender la legitimidad de esta banca ganada democráticamente”, subrayó.

Y así son las cosas obispo Lugo, el que mal anda, mal puede acabar.

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