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La decisión del Tribunal Superior Electoral (TSE) de vetar la candidatura del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, para las elecciones del 7 de octubre, obliga al Partido de los Trabajadores a redefinir su estrategia de campaña cuánto antes; o se aferra a su encarcelado líder o de nombrar a Fernando Haddad, su compañero de fórmula, para sustituirlo en los comicios presidenciales.
BRASILIA.- La primera reacción del petista al fallo del TSE, ya era esperado. Acusó al organismo de cometer una “violencia” contra el expresidente y todos los brasileños, que según las encuestas lo ven como favorito, con casi 40 % de intención de voto.
“Vamos a presentar todos los recursos a los tribunales para que sean reconocidos los derechos políticos de Lula previstos en la ley y en los tratados internacionales ratificados por el Brasil. Vamos a defender a Lula en las calles, junto al pueblo, porque él es el candidato de la esperanza”, sostuvo el PT en un comunicado.
Dentro de la formación, las voces preocupadas por el trancazo que pueden sufrir en las elecciones, que son también de legisladores y de gobernadores, podrían finalmente hacerse oír.
El plan B diseñado por la cúpula petista prevé como candidato a vice, Haddad, exalcalde de San Pablo y exministro de Educación, asuma eventualmente la titularidad de la fórmula. Sería acompañado por la joven líder del Partido Comunista del Brasil, Manuela D`Avila.
Pero mientras el equipo de Fernando Haddad, exhorta a efectuar cambios cuanto antes, para aprovechar el horario gratuito de propaganda en radio y televisión en curso, hay ciertos sectores duros que llaman a esperar el resultado de una apelación al Supremo Tribual Federal (STF).
El gran dilema interno es cuánto se debe esperar para que la transferencia de votos de los simpatizantes férreos de Lula -sobre todo en los sectores de clase baja- a Haddad sea más eficaz.
El posible candidato viajará hoy para reunirse con el exjefe de Estado en la cárcel de Curitiba, donde purga una condena de doce años y un mes de cárcel por corrupción y lavado de dinero, y que por la tarde participará en mítines en Porto Alegre.
Lula, de 72 años, fue declarado culpable en julio de 2017 de beneficiarse de un apartamento en un balneario paulista, ofrecido por una constructora para obtener su mediación en contratos con Petrobras. La pena fue ratificada y ampliada en enero de este año por una corte de apelación.
