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Mala yunta

El resultado que se produce al mezclar un gobierno incapaz y corrupto con un sector ciudadano irresponsable y ajeno a la realidad es el que produce el colapso que en este momento debemos soportar todos los ciudadanos de este país.

Aunque resulta muy fácil pasar toda la responsabilidad de la debacle a causa de la pandemia al presidente y su entorno, es preciso ser honestos y reconocer que si bien es amplio el sector de la sociedad que ha decidido respetar las normas sanitarias y evitar las aglomeraciones, hay otro desaprensivo, salvaje y absolutamente ajeno a la realidad, que está tirando por la borda todo el esfuerzo que los demás realizamos para buscar la derrota del virus.

Lo que ocurre es que entramos en un círculo vicioso del que va a ser muy difícil que encontremos la salida. Cuando quedó claro que el gobierno era absolutamente incapaz de tomar las acciones necesarias para dotar al sistema sanitario de lo imprescindible para pelear contra el Covid-19 y no tuvo el valor necesario para castigar a los funcionarios corruptos que montaron negociados para enriquecerse a costa de la salud de la población, muchos ciudadanos perdieron el respeto y decidieron hacer pito catalán a las medidas que a tientas y con mucho temor aplica el Ejecutivo, lo suficientemente débiles para no molestar al poder económico.

Claro que esto jamás debería ser tomado como excusa para tirar por la borda cualquier medida que contribuya a mitigar los contagios y hacer que baje la cantidad catastrófica de fallecidos que tenemos diariamente. Así que las denuncias de aglomeración constantes, como lo ocurrido en una fiesta de Luque en donde mucha gente gritaba que “tenemos derecho a divertirnos” cuando la Policía intentó hacerlos salir del lugar, solamente pueden estar motivadas por la sinrazón y el absoluto abandono de la realidad.

A esta altura, ya nadie puede seguir diciendo que el Covid-19 no existe. Quien más, quien menos, todos hemos sufrido la pérdida de alguien querido, o tenemos conocidos que lo sufrieron. Así que lo único que puede justificar tamaña barbaridad es que esta gente no está en sus cabales. Ellos pueden querer exigir su derecho a divertirse; nosotros tenemos todo el derecho a pelear por nuestro derecho a vivir.

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