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Manga de bandidos

Por: Marilut Lluis O’Hara
Por: Marilut Lluis O’Hara

A veces siento que me repito en estos comentarios mensuales y no sé si es producto de la edad o sencillamente las situaciones me obligan a pensar y decir lo mismo una y otra vez, no porque con eso pudiera cambiar algo sino simplemente porque en pleno declive sería un absurdo perder la coherencia que aún me queda.

No hace mucho escribí que a veces tengo ganas de patear el tablero y sentarme en un sillón a hamacarme y disfrutar de mi nieto en ese paraíso que elegí como casa, San Ignacio. Pero como el motivo principal es la frustración y no la conciencia del deber cumplido, vuelvo por mis fueros una y otra vez, como si pensara que de tanto machacar, alguna vez, algo, saldrá como yo quiero.

Hasta ahora todo fue inútil y otra vez hoy siento rabia e impotencia. No porque haya tenido alguna esperanza sino porque esa sensación de no poder liberarnos de la caterva de delincuentes que manejan la política nacional hace que quiera mudarme a Tanganika.

Dejo de ir por las ramas y les cuento. Resulta que tenemos una Ley de Financiamiento Político, que es superficial pero que en 2012, cuando se aprobó, parecía una maravilla. No lo fue nunca, porque entre sus artículos ninguno obliga a los partidos políticos a informar con nombre y apellido el origen del dinero que reciben para sus millonarias campañas electorales.

En el 2014, dos años después, llegó la moda de combatir al narcotráfico, específicamente luego de la muerte del periodista Pablo Medina y su ayudante, Antonia Almada. Les recuerdo que los senadores Arnaldo Giuzzio y Arnoldo Wiens, en una sesión histórica, por primera vez identificaron en voz alta, con nombre y apellido, a los narcopolíticos instalados en la Cámara de Diputados.

Y allí alguien dijo, a la pucha, si de verdad queremos combatir a estos delincuentes, no podemos seguir permitiendo los aportantes anónimos en las campañas electorales. Ah! Craso error. Había sido que tanto burumbún denunciado a los narcos no era más que un circo. La verdad verdadera es que todos los partidos y movimientos políticos quieren seguir recibiendo la plata sucia de cuanta mafia se encuentre por el camino, y les tiene absolutamente sin cuidado que a cambio deban poner a delincuentes en cargos electivos y obedecer órdenes de los carteles que son cada vez más en el país.

En fin, en las cámaras del Congreso se frenó cualquier intento de cambio a la Ley de Financiamiento Político, así que ahora estamos en la situación de que en las internas del año próximo y en las generales del 2018 habrá candidatos impuestos por los narcos; a lo mejor hasta algún narco decide postularse al Congreso –ya tenemos algunos que lo hicieron- y nadie podrá criticar a ningún sector, porque en este tema todos son bandidos y badulaques.

Y bueno, felices fiestas mante.

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