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Termina el gobierno de Horacio Cartes y el balance de su gestión solo puede contener aspectos positivos, porque en estos 5 años se hicieron más cosas que en toda la transición democrática junta.
Aunque hay medios de comunicación y sectores de la oposición que intentan de cualquier manera ensuciar el trabajo realizado por el presidente y sus colaboradores, los hechos son tan contundentes que ni siquiera se necesita hacer ninguna campaña mediática para lucir las obras de gobierno de este lustro.
En primer lugar, la lucha contra la corrupción y la exigencia de transparencia en todos los estamentos públicos fueron factores fundamentales que lograron trascender fronteras y cambiar la imagen del país más corrupto que hemos tenido durante varias décadas. Por más que se ha tratado de involucrar a Cartes y a su equipo en supuestos negociados, nadie pudo jamás presentar una sola prueba del tema y no hay forma de que se lo pueda vincular al jefe de Estado con alguna cuestión deshonesta.
De hecho, su firme postura contra la corrupción fue consecuencia de que su llegada al poder no se debió a ningún acuerdo con otros sectores que luego pudieran pasarle la factura. Esto es lo que hizo que durante su gobierno pudiera actuar con absoluta libertad y enfrentarse a grupos de poder que estaban acostumbrados al pago de favores por parte de los sucesivos gobernantes, sin importar el sector político al que pertenecieran.
Por supuesto que esta postura decidida a la lucha frontal contra los negociados le acarreó no pocos enemigos poderosos. Estos fueron los que durante los 5 años intentaron poner palo a la rueda y lo lograron durante algún tiempo, consiguiendo tener la mayoría en el Senado, pero no les sirvió de mucho porque los proyectos del Ejecutivo, a la larga, se impusieron y se convirtieron en realidad.
Claro que falta mucho para presumir que la corrupción fue eliminada totalmente de la Administración Pública. Para esto será fundamental la renovación del Poder Judicial, porque este es el único estamento que puede eliminar la impunidad, ese mal endémico que corroe desde hace demasiado tiempo las bases del país. Pero el avance que hubo en este período es sorprendente y da muchas esperanzas.
Pero hay mucho más si es que tratamos de hacer un balance de la gestión del presidente que mañana entregará el bastón de mando a su sucesor, quien se verá en el aprieto de tener la vara demasiado alta, lo que exigirá a Mario Abdo Benítez a tomar las decisiones correctas para mantener los grandes avances y evitar algún tipo de retroceso.
Durante el gobierno de Cartes, y a pesar de tener un Senado conflictivo y belicoso, entraron en vigencia leyes fundamentales para consolidar el sistema económico del país, en las que se contó con la cooperación de los Estados Unidos y sus aplausos, ante la efectividad de las nuevas normas.
No podemos dejar de mencionar la multimillonaria inversión en infraestructura en todos los órdenes, no solamente en materia de viabilidad, sino también en la construcción de escuelas, colegios, centros de salud y hospitales en todo el país, que han facilitado enormemente el acceso a la educación y a la atención médica a poblaciones que hasta hace poco parecían alejadas de la mano de Dios.
Además, los programas sociales que consiguieron protección y mejor calidad de vida a los sectores más carenciados y olvidados del país han dejado el sello de un gobierno con un intenso compromiso social con el pueblo.
Horacio Cartes fue un gran presidente. Fue el mejor presidente de los últimos 30 años. Y ni la campaña de los medios de las familias Zuccolillo y Vierci, ni los escraches de políticos que no han sabido adaptarse a los nuevos tiempos podrán hacer que la ciudadanía desconozca esta realidad que seguramente irá a plasmarse en los libros de la historia reciente de nuestro país.