Sindulfo Blanco, condenado en juicio político.
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Ministro Blanco quedaría impune

ASUNCIÓN.- Hay un silencio cómplice en el Poder Judicial en torno a la imputación hecha por la Fiscalía contra el ministro de la Corte, Sindulfo Blanco, por un delito de prevaricato. No hay un solo juez que tenga la valentía necesaria para enfrentarse a uno de sus “jefes” por temor a las represalias. Todo indica que esto irá al “oparei” y el imputado quedará impune.

Ser un integrante de la Corte Suprema de Justicia, en cualquier país que no sea el nuestro, es sinónimo de honestidad, impecable trayectoria, solvencia y coherencia. Es el premio mayor para los jueces que han dedicado su vida a servir a la ley y han sabido exigir su cumplimiento.

En Paraguay ocurre, casi siempre, lo contrario. Son muy pocos los que fueron ministros de la Corte que pasaron por ella de manera limpia e incuestionable. Uno de ellos fue el ya fallecido Gerónimo Irala Burgos, pero su ejemplo no ha cundido en la mayoría de sus colegas, de antes y de ahora.

Esta Corte es una de las peores que hemos tenido desde el 89 hasta ahora. Sus 9 miembros tienen cuestionamientos, fueron denunciados por algún negociado y ya pareciera natural que sus sentencias tienen precio. La mayoría está denunciada ante la Cámara de Diputados, y 3 han sido acusados por esta y sus expedientes duermen en el Senado. De ellos, Sindulfo Blanco ya tiene proceso iniciado y los senadores han escuchado las acusaciones formuladas por los fiscales de la Cámara Baja.

Resulta lógico que si la cabeza está podrida, el cuerpo no puede gozar de buena salud. Y es lo que se da en este caso. La compra-venta de sentencias no se da solo en la Corte, sino en el despacho de cualquier juez, por más que fuera solo de Paz del pueblito más perdido de la República.

Pero volvamos al tema que nos ocupa. Blanco no solo está con un proceso pendiente de juicio político en el Congreso, sino que en la Justicia Ordinaria fue imputado por la Unidad de Delitos Económicos y Anticorrupción de la Fiscalía, por el delito de prevaricato ya en abril de este año.

Enseguida advertimos que el caso sería muy complicado porque costaría mucho encontrar un juez que se anime a tomarlo y a juzgar a uno de sus jefes. Para colmo, la gran mayoría ha incurrido una o varias veces en un delito similar, así que pareciera que ninguno se anima a “pisar la manguera” de sus colegas bomberos. Y así están las cosas, a 4 meses de aquella valiente imputación, ya nadie se acuerda del tema y ha ocurrido lo que adelantamos, una cadena de inhibiciones que impide que Blanco pueda ser juzgado por lo que lo más probable es que quede impune. Lo peor no es eso, ya que estamos acostumbrados a la impunidad de los poderosos. Lo más grave es que un presunto delincuente  sigue ocupando una silla en la Corte Suprema de Justicia, la responsable de velar por el cumplimiento de la Constitución y las leyes.

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