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Negros nubarrones

Pocas veces antes hubo tan poco entusiasmo ante la llegada de un nuevo gobierno. Casi siempre ocurre como cuando termina un año, esperamos que el próximo sea mejor con un optimismo casi infantil y quizás absurdo, pero contagioso.

Esta vez es diferente. Hay un pesimismo bastante palpable, como si la gente supiera que, a partir del 15 de agosto, habrá cambios, pero negativos. Bastaron apenas 3 meses desde las elecciones de abril para que el presidente electo echara por tierra cualquier esperanza que pudiera haber habido en cuanto al gobierno que hará durante los próximos 5 años.

Todo empezó con la decisión de un sector de su movimiento de dar la espalda a cualquier acuerdo de unidad que se había conseguido con Honor Colorado, al negarse a apoyar el juramento de Horacio Cartes al Senado. Aunque, como consecuencia de la furibunda campaña emprendida por algunos medios de comunicación y sectores de la oposición, hay sectores ciudadanos que parecen convencidos de que dicha situación sería inconstitucional, el tufillo a traición era demasiado fuerte como para que se pudiera ignorar. Sin importar a qué sector pertenezcan, generalmente los traidores inspiran rechazo instantáneo, y es así como se empezó a ver a los integrantes de Colorado Añetete, muy poco propensos a devolver los favores.

A partir de allí, las cosas fueron empeorando. Cuando quedó evidente que Abdo Benítez no convocaría a nadie de Honor Colorado para que formara parte de su gobierno, empezó a rellenarlo con lo primero que tenía a la mano. Los nombramientos fueron empeorando la percepción ciudadana de que no habría gabinete de lujo ni serían convocados los mejores. Esto, además, desechó la idea de que el nuevo presidente intentaría continuar con el mismo estilo de gobierno de su antecesor, habida cuenta de que la situación del país quedaba mucho mejor que 5 años atrás.

Con la gente que eligió para los ministerios, secretarías y las dos hidroeléctricas, es suficiente para saber que Marito no tiene ningún interés en continuar las obras iniciadas en este período, porque, de lo contrario, hubiera mostrado un poco de interés en buscar a los más capaces, muchos de los cuales formaron parte del entorno de Cartes.

Peleado con un movimiento que es mayoritario dentro del Partido Colorado, con la ciudadanía decepcionada y sin expectativas, la situación resultaría preocupante para cualquiera. Y la cosa se pone peor. Había sido que la torta no es tan grande como se pensaba y no todos obtendrán un pedazo de ella.

Lo que está ocurriendo en Alto Paraná es apenas una muestra de lo que se ha iniciado en varios departamentos del país. En el Este, el gobernador electo, Roberto González Vaesken, de Añetete, reclamó a Abdo Benítez que no esté cumpliendo su promesa de repartir cargos de acuerdo a cupos políticos. Y lo mismo ocurre en otros lugares, en donde están observando con espanto que muchos de los nuevos nombramientos no figuraban en los planes originales y hacen que queden marginados políticos cuyo trabajo ha sido fundamental durante la campaña electoral.

Así que a todo lo anterior, se suma el descontento añetete, que es el que más debe preocupar a Marito, ya que su movimiento siempre fue la base de su caudal político.

Faltan poco más de 3 semanas para que asuma la Presidencia de la República, y, salvo que pegue un gran golpe de timón en este tiempo y solucione la cantidad de desaciertos suyos y de su gente, se avizoran negros nubarrones para el gobierno de Abdo Benítez.

 

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