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No debe repetirse

Miércoles a la noche, todo el mundo ya en su casa,  mirando los noticieros de la televisión. De pronto, tremendo sobresalto, una sensación mezcla de angustia y compasión, ante los hechos que se sucedían en la pantalla. Una triste imagen de un país azotado por disturbios sociales. Increíble.

Eran los videos del desalojo del predio de la Copaco ayer en  la zona de Luque. El nivel de violencia era altísimo. Un impresionante contingente de policías avanzaba en una especie de descampado, donde de cuando en cuando se observaban precarias casitas. Los enfrentaban con toda furia pequeños grupos de invasores (eran nada menos que 700 familias) que evidentemente llevaban las de perder. Abrió el “combate” un carro hidrante, seguido de “la montada”  y luego la “infantería” de policías, reclutados seguramente de todas las comisarías del país. El ambiente era de guerra. Allí podía pasar cualquier cosa. Las cubiertas ardían, explosiones, proyectiles, gritos, órdenes, corridas e incendios por doquier.

¿Qué pasa?, ¿por qué así?, se preguntaba uno. ¿Cómo se llega a este lastimoso estado de cosas?

Primero que nada, ¿Qué hacen las entidades oficiales encargadas de estos temas? Son conflictos anunciados, repetidos, se ven venir, pero no hacen nada.

El problema de fondo de este caso es la falta de viviendas sociales. ¿No aprendieron nada de la era de Soledad Núñez en la casi mítica Senavitat? Florecían urbanizaciones populares a lo largo y a lo ancho del país, las obras no paraban, se hicieron las mil viviendas del barrio San Francisco y se alojó allí a gente que nunca más va a ir a invadir tierras reclamando techo propio. La conclusión es: Se puede. El ampuloso Ministerio de la Vivienda y el Hábitat, hasta ahora se está “rascando” en tanto se acumulan este tipo de conflictos.

Lamentable también la actuación de la Policía. Perdieron el control ante los acontecimientos y se convirtieron en una suerte de vándalos. En uno de los videos se ve como uno de ellos le dice a su camarada que no queme una de las precarias viviendas, porque podía haber cosas de valor. El otro le metió fuego igual. Así las pérdidas materiales para esa gente pobrísima, fueron cuantiosas.

¿No existe acaso un manual de procedimientos para estos casos? No parecía.

Encima el procedimiento fue de dudosa legalidad. Entraron sin orden judicial, aduciendo flagrancia (es decir que los hechos sucedían en ese momento), cuando que la ocupación se produjo varios meses atrás. No se pueden cometer estos errores.

Por el lado de los invasores también todo mal. Respondieron con un inaudito nivel de violencia, hasta le reventaron un ojo a uno de los policías intervinientes y estuvieron a punto de causar un daño mayúsculo, al intentar prenderle fuego a una estación de servicios de las cercanías.

A la gente engañada, protegerla, a sus mafiosos líderes, que les “alquilan” sus espacios, casi todos con órdenes de captura, mandarlos a la cárcel, son delincuentes que atentan contra la paz social.

Y que las entidades del gobierno hagan su trabajo. No se les siente actualmente. Quizás están esperando una matanza para actuar.

Fórmulas mágicas no existen. Hay que trabajar nomás. Emular a gente que mostro el camino correcto. Que hizo bien los deberes y se fue por la puerta grande…

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