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Los sucesos registrados el domingo último en Cataluña, España, en donde se libra una feroz batalla por la independencia, fueron objeto de todo tipo de análisis y comentarios en los principales medios de prensa. El amplio bloque compuesto por los que se oponen a la secesión, sostiene razones de carácter jurídico, destacando la ilegalidad del Referéndum y lo que establece la Constitución española respecto a las comunidades autónomas. También se publicó con cierto realce la corrupción anidada en el gobierno catalán, la “Generalitát”, que buscaría encubrirse tomando distancia del Estado español. Y puede ser que haya un poco de todo esto. Sin embargo, existen causas políticas de fondo, razones históricas y culturales, a las que se suman, como cualquiera podrá imaginar, cuestiones económicas de mucho peso.
Los centenares de heridos, casi 900, fue el saldo de la intervención del gobierno central, que mandó sus tropas para impedir la realización de las votaciones, dejando en claro que la constitución de la republica catalana NO es una opción que esté dispuesto a aceptar, al igual que Bruselas, cuyos voceros adelantaron que la Comunidad Europea no reconoce el resultado de la consulta, ampliamente favorable a la independencia.
Desde la distancia, todos nos preguntamos si los catalanes tuvieron un pasado independiente en el transcurso de su historia. Y la respuesta es rotundamente afirmativa, aunque no en el concepto moderno de “Estado-Nación”, pues esa forma de organización social y política se instituyó con posterioridad. Pero la que tenían fue abolida por la monarquía en los albores del siglo XVIII, la que en su afán de dominación les impuso inclusive el castellano como idioma oficial, desplazando a segundo plano la lengua originaria, que sin embargo hasta hoy es la de mayor uso.
Con sus 7.447.131 habitantes, un poco más que Paraguay, Catalunya es responsable de casi el 20% del Producto Interno Bruto (PIB) del Estado Español. Un quinto de todo lo que produce España en su conjunto; promedio que en líneas generales mantiene desde el año 2000, obteniendo récords en materia de exportaciones e inversiones externas, mientras que en el terreno de la generación de empleos es superior a las demás regiones.
Así, a todos los aspectos que hacen a su identidad nacional, entre ellos su historia y su propia lengua, se suman los económicos: da mucho y recibe poco, por mantenerse en los marcos de un régimen monárquico heredado del franquismo y que se halla, si no agotado, en franca decadencia.
Hoy o mañana es posible que “la Generalitat” declare la independencia, veremos. Frente a ello se pueden abrir negociaciones políticas o la imposición de las normas constitucionales, según las cuales solo el Rey puede convocar a estas consultas, a propuesta del presidente, con la autorización previa del Congreso, pero en este caso, aunque los catalanes seguramente seguirán aportando las víctimas, el costo político lo pagará el gobierno de Rajoy, como de hecho ya lo está haciendo.
Por lo pronto, la brecha entre Catalunya y España es cada vez más profunda, y el desenlace de la crisis, una verdadera incógnita.